Capítulo 3

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Madrugué.

Vale, no. Llegaba tarde, no puedo mentiros.

Haberme quedado hasta tarde con Al, significó llegar a casa a altas horas de la noche. Nos quedamos estableciendo las bases de nuestro nuevo trato y hablando un poco más sobre cualquier tontería. Y él era estupendo. Una parte de mí era feliz por tener a un amigo del sexo opuesto. A menudo, los hombres confunden la amabilidad y generosidad de una chica, pensando que quieren más y la cagan.

Pero a él no parecía ni percatarse de que yo fuera una mujer. Bueno, ya me entendéis, que no me miraba de ese modo. Por eso creía que podía funcionar el trato. ¿Y qué ganaba yo? Un amigo y no sentirme tan sola hasta que encontrara al indicado.

Aunque una parte de mí creía que a lo mejor, Al tenía razón y una pareja sentimental no era necesaria en esta vida.

Sin embargo, no tenía tiempo para reflexionar ahora. ¡Tenía que llegar al trabajo!

Me vestí rápidamente y partí como siempre hacia la oficina. Nada más llegar, saludé a todos y me dirigí a mi escritorio. Mientras preparaba todo, busqué a Celia con la mirada. Ella, al instante, hizo contacto visual conmigo y comprendió lo que quería.

Desde su silla, se deslizó con esta por la oficina, de su sitio hasta el mío y en la mano traía dos cafés.

—Eres maravillosa, ¿Te lo he dicho alguna vez? —dije cuando ella llegó y tomé el café que me tendió—. Cásate conmigo.

Ella rio.

—Me parece que al fin voy a dejar eso del matrimonio a un lado —admitió.

—¿En serio? —di un sorbo al café y ella asintió.

—¿Cómo estás tú? Casi no llegas a tu hora. Menos mal que Victoria lleva desde que llegó encerrada en su despacho.

—Eso quería contarte —apreté mis labios.

—¡Has ligado! —dijo en alto y miré a todos lados.

—¡Sh! —sacudí mis manos—. Baja ese tono —susurré.

—¿Ligaste? —susurró ella.

—No —dije—. Es... algo distinto.

Me miró curiosa, levantando una ceja. Entonces, tras un resoplo, le conté lo sucedido ayer con Al. Cinco minutos más tarde, terminé.

—Uau... —fue lo único que dijo.

—¿Qué? ¿Tan malo es? —me preocupé.

—No —me miró, todavía viendo la confusión— ¡No! —susurró en alto—. Es que, es...

—Raro —terminé por ella.

—Un poco. Aunque suena bien, no voy a mentir.

—¿Tener una especie de novio con el que no vas a hacer nada salvo acurrucarte, ver pelis y darte caricias?

—Visto así... ¿No tiene un hermano o algún amigo? ¡Auch!

Le había pegado en el brazo.

—Tú déjate de hombres un tiempo. Cada vez que sales con uno, acabas casada —la reñí.

—Está bien, está bien...

Suspiré.

—¿Crees que he perdido la cabeza? —le pregunté.

—En absoluto. Además, si es cierto lo que me has contado, ¿Qué hay de malo? Sólo sois amigos. Y prometió que no iría a más. Mientras tanto, puedes acostarte con quien te plaza, seguir buscando a tu hombre perfecto y cuando llegues a casa, tienes alguien con quien compartir tu día y que cuide de ti —explicó y entonces su rostro se tornó pensativo, luego de sorpresa—. ¡Qué zorra! ¡Te ha tocado la lotería!

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Where stories live. Discover now