CAPÍTULO ONCE

4 1 0
                                    

Mientras Casandra se dirigía al generador de la casa, en la parte trasera, los chicos, excepto Parker, se dedicaban a cambiar las bombillas que habían explotado por culpa de los estornudos de Casy; Malia, Éowin y Nora habían perdido a Snowbarry por la casa. Le habían pedido a Phoebe que las ayudara a buscarlo, pero la muchacha de pelo negro y ojos café se había negado, no quería causar ningún estrago. Así que en esos momentos, las tres chicas se habían desperdigado por la casa buscando al gato blanco de ojos azules. Oasis se encargaba de la planta de abajo, la biblioteca, el recibidor, y la cocina – comedor. Éowin se encargaba de buscar por las habitaciones de cada miembro del grupo, el cual, aun no tenía nombre y Nora se encargaba de la parte exterior de la casa, incluido el búnker, donde ellos entrenaban sin dañar todo su alrededor. Malia ya había salido de la cocina, cansada, sudando y con los ojos entrecerrados. Se tiró en el suelo, en el tablero de ajedrez, mirando al techo, mientras observaba a Dustin coger con fuerza a Aidan por debajo de los brazos y cambiaba las bombillas, bajo la luz que desprendía Jason. Robin aguantaba la escalera en la que el chico fuego estaba subido para poder dar luz a los que estaban a oscuras en lo más alto del techo.

—¿Has buscado en todos lados? —preguntó Dustin mientras aguantaba a Aidan a más de dos metro del suelo.

—Sí —contestó la chica mientras dejaba que el frío suelo tocara su espalda mojada—. Y nada.

—Parker y Casie se van a arrepentir mucho de haberos dejado quedaros al gato —añadió Jason mientras se giraba para mirarla. Sus ojos brillaban como una llama de fuego recién encendida.

—Se llama Snowbarry —aclaró la chica sin hacer caso a lo que el chico había dicho.

Los chicos no dijeron nada más, dejaron que Oasis cerrara los ojos y respirara con tranquilidad antes de volverse a encontrar con las otras dos chicas. En ese momento, la escalera en la que Jason estaba en pie empezó a temblar. Robin, debajo de ella, la tuvo que soltar porque empezó a notar que caía más allá del propio suelo. Dustin dejó caer a Aidan, creía que el techo se derrumbaba encima de él, mientras que Aidan creía haber visto como el suelo se abría delante de él y como caía a lo más profundo del abismo.

—¡Malia! —chilló Dustin— ¡Malia despierta!

La chica no despertó. Aidan cerró los ojos. Robin imitó su gesto. Y ambos, a gatas, se acercaron a la chica y empezaron a moverla de un lado a otro, pasándosela como una pelota por el suelo. La muchacha, en el suelo, solo movía los brazos como si estuviera dormida. De repente, escucharon un golpe contra el suelo. Dustin había cerrado sus alas a mitad del vuelo y se había estrellado contra el suelo.

—¡Dustin! —chilló Aidan—. Cierra los ojos. Los efectos son menos dañinos.

El muchacho cerró los ojos. La respiración dejó de ser entrecortada. Jason se cayó de la escalera dejando una llamarada por delante de él que quemó el techo, dejando una marca negra en la pintura blanca. Se oyó su cuerpo caer y unos huesos partirse.

—¿Estáis bien? —Robin entreabrió los ojos y vio siluetas en el suelo mientras todos su alrededor se movía.

—Sí —contestó Aidan.

Dustin y Jason no contestaron, simplemente dejaron salir gruñidos de sus labios, gruñidos de dolor.

—¡Qué alguien despierte a Malia! —chilló uno de los dos rubios—. Sigo viendo el mundo rodar.

En ese momento, se oyó un ruido. Alguien bajaba por las escaleras a toda prisa, atravesaba entre los cuerpos gruñendo y los que tenían los ojos cerrados. Se acercó al cuerpo de Malia, la cual estaba dormida como un tronco. Las manos de esa persona se situaron en la cabeza de la muchacha y de golpe una fuerte corriente eléctrica atravesó toda su cabeza, despertándola.

STARFALL «La Caída de las Estrellas».Where stories live. Discover now