No solo las tardes de tarea eran entretenidas si hablamos de pasar tiempo contigo.
Fuiste muy atento, de nuevo, al comprarme fresas cubiertas con chocolate.
Yo, por mi parte, te traje unos ácidos caramelos de limón.
-Esa fresa es muy grande-miraste con asombro la fruta, claramente estabas exagerando, solo era una fresa un poco más grande de lo normal.
Importandome poco, introducí todo el fruto rojo a mi boca, mis labios eran pequeños y eso provocó que la comisura de mis labios se marcaran con un poco de chocolate.
Antesde que pudiera limpiar mis labios con mi propia lengua, tu pulgar ya se había acercado a mi rostro.
-El chocolate amargo es lo mejor-vaya que tenías razón, pero el mirar como tu paladar seguía disfrutando de ese sabor que segundos atrás estaban sobre tu pulgar me hizo abrir levemente los labios para comenzar a reír provocando tu mirada de confusión.
-¿Así es como usas lo cliché para atraer a tus conquistas?
-¿A caso no lo hiciste a propósito? A las chicas les gusta eso, ¿no?-me dedicaste una sonrisa ladina.
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