𝑝𝑟𝑜́𝑙𝑜𝑔𝑜

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Lo sabía. Pensó de momento, mientras frente a él, Natasha sonreía tan brillante y dulce, que solo hacía alterar los latidos de su corazón. Aaah~, lo sabía.

James negó levemente mientras la veía girar con la mirada hacía el cielo, sin importarle que tanto la lluvia podría causarle como efecto. Tan despreocupada como la primera vez que la conoció.

—¡James! —la escuchó reír tan animada mientras se acercaba hacía el banco de la cabaña. Natasha estaba feliz, y no evitó que aquella alegría lo contagiara. James también amaba aquel tiempo que burbujeaba en su interior al verla—. ¿Me puedes hacer un favor?

El mencionado recibió su cuerpo húmedo entre sus brazos, asintiendo como respuesta—. Te escucho.

—Es que ya lo sabes... —tarareó, rodeando ambos brazos alrededor de su cuello, y dejando caricias en el inició de su castaño cabello. Sonrió al ver la confusión en el rostro de aquel hombre—. Vamos piensa un poco, eres bueno con las fechas.

—Cariño, no puedo adivinar tan fácilmente. Y hoy no es nuestro aniversario —negó seguro de sus palabras, dejando que sus propias manos fueran haciendo un camino sobre la ropa de la chica, sintiendo la frialdad de su piel.

Puede enfermarse, y eso ni le importaría, pensó resignado, mientras se levantaba del banco, dejando que las piernas se entrelazaran en su espalda para sostenerse. Caminó hacía dentro del lugar para buscar algo de calor. Había sido suficiente por esa tarde.

—¡Claro que sí! Se cumple unos dos años desde que nos conocimos.

—¿En serio? —balbuceó presionándola contra él.

Natasha asintió rodeando sus brazos alrededor de su cuello. Soltó una risita sobre sus labios—. Sí, ¿No lo recuerdas?

—Lo hago, preciosa, lo hago. Siempre lo haré —abrió la puerta del baño, y sin mucho problema la dejó encima del gran lavamanos. Buscó algunas toallas y se dedicó a secar su largo cabello, mientras ella volvía a tararear su canción favorita.

—Entonces, ¿Cumplirás tu promesa? ¡Ya! ¡Buckaroo, responde! Porque le puedo decir a Steve que eres un gran mentiroso, y créeme él me hace mucho caso.

James solo niega divertido por la mención de su gran mejor amigo, más el sabor amargo en su paladar solo le hace recordar lo que no debió hacer. No debió prometer nada, ni ahora ni nunca. No cuando ella ya era una parte esencial en su vida. Dejó caer la toalla en los hombros de la mujer, mientras besaba su nariz, unió sus frentes, apreciando con detalles el brillo que tanto amaba en la mirada de Natasha.

—Siempre cumplo mis promesas, Toni, solo espera un poco más. ¿Quieres?

Natasha colocó su dedo índice sobre el pecho de James, y con movimientos irregulares lo acarició. Parecía pensar, cuando sus cejas se fruncieron y mordió el interior de su mejilla, todo bajo la atenta mirada del hombre.

—Bien —alargó la palabra por segundos, y dejó un beso sobre sus labios, a lo que sonrió al notar esa chispa que siempre encendía en el hombre—. Pero, hay condiciones que debes cumplir.

—Puedo cumplir cualquiera cosa, Toni, solo debes pedirlo.

—Lo haré, ahora Buckaroo serás mi mejor esclavo. 

El tiempo de un mortal; WinterIronDonde viven las historias. Descúbrelo ahora