Érase una vez, dos niños llamados Pepe y Pepa. Espera, dos niños...Mejor dicho dos hermanos pero...No dos hermanos cualquiera si no...Dos hermanos que estaban todo el día peleándose. Pepe era moreno, alto y con trece años casi catorce. Y Pepa, morena, también alta y con once años.
Hace tres años trece días y dos horas para ser exactos un martes, cenando se enfadaron porque la fiesta de su cumpleaños era el sábado de esa misma semana y no se ponían de acuerdo que hacer ni que película ver.
-No me mires, -dijo Pepa.
-Ni tú a mí, -contestó el hermano
-Deja de sacarme la lengua completó la hermana
-¡Ya está bien! -Gritó enfadada la madre. -Si no os ponéis de acuerdo o no celebráis el cumpleaños o lo elijo yo
-Que no me mires- dijo Pepa
-Yo no paro de mirarte si tú no paras de mirarme y si no hacemos mi idea,- contesto el hermano.
-Tengo una idea uno elige la película y otro lo que vais a hacer, -les dijo la madre
-¡Yo la peli! -Dijeron los dos a la vez
-¡Tengo una idea! Dijo Pepa. -¿Por qué no ponemos la peli que vimos hace un año en el cine con los primos que nos gusta a los dos?
-Vale contesto Pepe. Y podemos elegir yo dos cosas y tú otras dos. -Completó Pepe
-¡Por fin una vez de acuerdo! -Gritaron a la vez
El sábado por la mañana empezaron a jugar a los juegos que hicieron y se lo pasaron súper hiper mega bien.