Capitulo 17:

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—Quiero que me digas todo lo que sepas de él—dijo Dorian con frialdad.

No había rastro de amor o emoción, nada, solo una máscara de perpetuo desdén e incluso asco, podría decirse.

En su mirada azul oceánica, firmes témpanos de hielo parecían alzarse como monumentos del olvido, ante un amor que había dejado de flamear en su corazón.

El amor que él sentía por Elena se había esfumado, y con él, había desaparecido aquel velo de perfección que parecía cubrir a aquella diosa de oro. Ante los ojos del millonario sólo quedaba expuesta la verdad, a la que se mantuvo reacio.

Elena era hermosa e inteligente, pero ahí terminaban sus atributos favorecedores; era vil y traicionera, una araña que enredó en su propia tela a más de un hombre y succionó sus almas con aquellos bellos labios que él mismo una vez besó con mucha pasión.

Ahora ese recuerdo atormentaba la mente del millonario con asco y repugnancia.

Había estado tan ciego ante una verdad demasiado evidente, y ahora debería vivir con ello por el resto de sus días.

—No sé nada más—respondió Elena, intentando no doblegarse ante aquellas frías palabras, impropias de Dorian.

El millonario golpeó un puño con fuerza contra el escritorio, haciendo sobresaltar tanto a la diosa de oro como al chico de los piercings.

Fue este último el que notó el borde en los ojos de Dorian, y entendió a la perfección que si no lo detenía pronto aquello acabaría mal.

—Déjame a mí—hablo Luca, apartándose de la pared con su mirada tormentosa firme en el millonario—Intenta pensar cualquier detalle, algún tatuaje, acento, herida...todo me ayuda a formar un perfíl.

Elena sonrió, revelando una hermosa sonrisa que no lograba llegar a sus ojos.

—Mierda, tu no eres corredor de bolsa—dijo ella comenzando a reír de forma ronca y algo histérica.

El chico de mirada gris tormenta enderezó su columna y trago duro, mientras mordisqueaba su labio inferior, recordando la absurda mentira que una vez le había dicho a aquella mujer.

—No, soy un agente—respondió él con simpleza—Ahora dime lo que sepas.

Elena ladeó su rostro, sin embargo no lo hizo con arrogancia u orgullo, simplemente en un gesto contemplativo cargado de tristeza.

—Ahora todo tiene más sentido... dijiste las palabras correctas en el momento correcto, me hiciste creer una ilusión—comenzó a decir ella en un tono bajo, cansado y muy fatigado—Fuí una tonta, debí saber que eras demasiado bueno para ser real.

Al final eres igual de mentiroso que yo, puedes decir que lo haces por trabajo y de forma "decente", pero al fin y al cabo ambos lo hacemos por dinero.

Luca se quedó helado, tieso y convertido en piedra ante las palabras de aquella mujer que hablaba con la más pura y dolorosa de las verdades.

Pero aquel no era el momento indicado para una charla de redención o de castigo, la vida de Daphne estaba en riesgo y debía hacer algo.

—Por favor—susurró él, su mirada más tormentosa de lo usual.

La hermosa diosa de oro lo observó durante largos segundos antes de asentir, comprendiendo que aquel no era el momento para aquella conversación.

Ella comenzó a buscar en su mente alguna pista, e indicio del posible paradero del hombre, hasta que se dió cuenta del detalle más obvio que había pasado por alto.

Besos de Medianoche 2: CaosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora