•|Capítulo 7|•

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Marie se levanta de su asiento y se dirige al marco de la puerta a un ritmo lento, no sin antes dejarme un vaso con agua en la mesita de luz y decirme las siguientes palabras...


 —Por cierto querida Amara, la familia del Alfa quiere conocerte a penas lleguen de su viaje. 



(••)


Amara


Han pasado tres días desde que he llegado a esta manada y a la cabaña de la señorita Marie, ésta se encuentra un poco alejada del resto de los hogares de los demás miembros, rodeada de algunas flores blancas y rojas, y un camino de piedras hasta la entrada de este pequeño hogar. Durante estos dos días he estado charlando con Marie conociendo más sobre ambas realidades y por supuesto, de la gente que me rodea y de la cual voy a tener que convivir. Fue mucho mi asombro al saber sobre su transformación, los rangos que poseen, sus lobos interiores, sus enemigos, su estilo de vida, festejos y sus compañeros de vida denominados Mate. Me parece algo increíble que toda la vida pensé que solo eran cuentos de niños.

Además, Marie aprovechó este tiempo para continuar con su investigación sobre mi especie, mientras yo le daba la poca información que sabía gracias a mis desagradables experiencias. Por el momento no ha encontrado mucha información en sus colecciones de  libros, lo único que ha encontrado es que ha existido una bestia adorada similar a la mía hace muchos siglos atrás pero la página que contenía la historia se ha quemado hace mucho tiempo. Es algo triste pero Marie me ha dicho que seguiría investigando hasta encontrar más información, además que ella asegura que debo poseer algún don pues aquí cada criatura poseen dones que ayudan en la vida diaria. Son dones que varían dependiendo los rangos, unos de los más comunes serían el de creación o el de lectura rápida.

 Por mi parte puedo decir que maldigo cada hora de mí vida en la cual no poseo recuperación instantánea así como los miembros de la manada, ellos al ser hombres lobos pueden sufrir un gran corte pero su recuperación los ayuda a sanar a gran velocidad. En cambio yo, siendo una bestia, no poseo nada más que eso, soy como una humana normal e indefensa.

Y lo detesto profundamente...


Suspiro y salgo de mis pensamientos dirigiéndome al comedor como es posible por la bota de yeso.

—¡Buenos Días mi querida Amara!—Escucho decir a Marie con mucha alegría, levanto la vista hasta encontrarla sentada desayunando varias porciones de frutas. Le regalo una mini sonrisa y la saludo de regreso.

—Buenos Días señorita Marie.— me acerco hasta mi asiento y encuentro un tazón en mi lugar con cereales y también porciones de frutas silvestres. —Muchas gracias por el desayuno, no era necesario molestarse.

—Nada de eso Niña, es un placer para mí hacerlo, además adoro tu compañía. —agrega y con una mirada agradecida comienzo a comer.

Ella imita mi acción hasta que observa que he comido todo y continua;


—Amara, niña, ¿de verdad estás segura que quieres ir?—pregunta en mi dirección.

En estos días Marie se ha tomado ese tiempo para cuidar de mis heridas además de solucionar mis dudas, como unos días apartada de su deber, lo cual agradezco demasiado. Pero ha llegado el momento en donde ella debe volver a sus actividades normales fuera de la cabaña; en las fronteras de las realidades. Entonces me ha comentado sobre un instituto que posee la manada y es dónde podría estar para seguir con mis estudios, salir y conocer mejor la manada ya que no podría vivir encerrada toda la vida en esta cabaña. He estado completamente de acuerdo, además me emociona mucho la idea de asistir y aprender más. 

Marie me ha dicho que no debo decirle a ningún miembro, fuera de la familia del Alfa, sobre la criatura que soy para no alterar a la manada a lo desconocido y  que me tengan miedo o me den su rechazo. Así que hemos llegado a la conclusión de decir que era una mujer loba del menor rango y muy débil, por lo cual mis heridas no podrían regenerarse con la misma velocidad pues me dejarían en un mal estado. Para ello, Marie me ha dado un collar en forma de gota de agua para disimular mi olor "humano" por el de una Omega débil. 

 —Si estoy segura señorita Marie, debo adaptarme a la comunidad que me rodea pues es lo único que me queda. —comento y ella asiente feliz para luego seguir comiendo.


Me despido y me levanto de la mesa para ir a la habitación que me ha otorgado Marie junto a algunas prendas de ropa que consiguió en la manada y un uniforme. Camino directo para darme un baño y luego cambiarm por el uniforme que consiste de una falda cuadrille de color Lila, una camisa blanca y una corbata del mismo tono de la falda.

(••)




Me encuentro caminando por las calles de la manada, con mucha tranquilidad observando cada detalle del lugar pues es la primera vez que salgo de la cabaña desde que llegué, además de observar los edificios y hogares el otro motivo de mi lenta caminata es mi bota de yeso, obviamente. Mi brazo derecho ya ha vuelto a su lugar, aunque sigue persistiendo algún que otro dolor ya es pasajero, mis moretones ya han estado disminuyendo su color pero aún sigue siendo bastante notorio en todo mi cuerpo. Lo único que si persiste exactamente igual es la bota de yeso la cual me hago la idea que la llevaré por algún tiempo. Marie es una bruja de criaturas pero no puede hacer nada frente a mí actual estado ya que esas cuestiones no involucran las actividades de las brujas y nunca se han especializado en esas áreas, pues es tema de cada una realidad.

Detengo mis pensamientos al tropezar con una roca y caer al suelo abruptamente, esto me ha dado indicio de que hoy será un gran día. Suelto un suspiro nervioso y me levanto lo más rápido posible para luego seguir caminando evitando la mirada de quienes presenciaron aquella escena. 

Adelanto mis pasos pues son las 07:48 de la mañana y el horario de ingreso es a las 8 en punto.

Rota o pedazos pero llegaré al instituto. 



Repito en mi mente mientras me doy palabras de aliento en símbolo de fuerza al verme en tan deplorable estado, pero me niego a detenerme hasta que observo al frente mío un edificio enorme con alumnos saliendo y entrando a su interior con libros en mano o sus respectivas mochilas. Hoy sera un gran día. Mi emoción se hace notar con una gran sonrisa avanzando hasta la entrada del mismo junto con un suspiro de alivio. 



 —Aquí comienza una nueva vida...


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