El difunto abuelo de Harry, Abramo Gallo, hizo todo lo posible para dejar a su único nieto un legado de riqueza y poder, convirtiéndolo en uno de los hombres más temidos de la zona.
Louis, el hermosa Omega, no le temía.
Sabía que tenía al Alfa envue...
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En la casa de Anne, Harry les pidió a todos que le dieran un momento a solas con Louis y miró a su madre, Gemma y Delise se dirigieron hacia la pequeña playa privada después de que él y la niña se abrazaron durante unos buenos dos minutos.
Era temprano en el día, pero eso no le impidió llenarse un vaso de whisky mientras esperaba a que bajara Louis.
Esa casa se parecía a la suya en Portofino. Era espacioso para que solo su madre viviera allí, pero así era como amaba las cosas. Y siendo quien era, consiguió lo que quería.
Harry hubiera preferido estar en la terraza, donde tenían acceso a la piscina y cómodas tumbonas con vista al mar, pero eso los habría distraído, más que nada.
Entonces, eligió quedarse en la sala de estar, y no pudo evitar disfrutar del increíble espacio abierto al área de la cocina. Estar en esa parte de Italia significaba que sería estúpido no usar paredes de vidrio y privarse del hermoso jardín afuera y del mar cristalino debajo.
Los rayos del sol invadieron el espacio, iluminando cada rincón oscuro de la habitación.
Se sentó a medias y se recostó en el hermoso sofá blanco, agitando el licor dentro del vaso mientras los cubitos de hielo se partían.
Fue un sonido tan satisfactorio. Miró hacia afuera, donde los olivos y los limoneros se abrazaron para formar una hermosa carpa sobre el jardín.
Estaba demasiado tranquilo para su mente perturbada. Demasiado pacífico para lo que podría venir.
Harry suspiró, cerró los ojos por un momento, luego giró la cabeza hacia atrás y tomó un gran trago de whisky. Esa maldita cosa era adictiva.
Como su pequeño novio. Louis y el escocés le resultaban adictivos.
Después de volver a llenar su vaso y volver a sentarse, el sonido de pasos suaves provenientes de las escaleras llamó su atención.
El Alfa volvió la cabeza hacia la dirección general de la escalera y allí estaba su chico.
Con un par de pantalones cortos de baño verde oliva y una camisa blanca de manga corta, se veía tan lindo y tierno como siempre. El hombre debía abstenerse de levantarse y envolverlo en sus brazos. "¿Harry?" - Habló un poco adormilado y fue a sentarse en el regazo de su hombre, frotándose la cara bajo la mandíbula. "¿Dónde está todo el mundo?"
"Ya se han ido a la playa, cariño. Creo que mis primos también estarán allí pronto. Esposas, niños, perros, todo" - Él refunfuñó.
No era que no amara a sus primos, pero podían ser ruidosos, desordenados, y estaba seguro de que su peor dolor de cabeza aparecería pronto. Como solía pasar.
"Okey" - El Omega murmuró y besó su garganta, "Vamos, entonces. No puedo esperar para sumergir mis pies en esa agua limpia con Delise"
El Alfa sonrió y besó su cabeza antes de mantener a Louis a la distancia del brazo para que pudieran hacer contacto visual. "Pero hay una cosa de la que tenemos que hablar"
