Destino Inesperado (Adaptación Jenlisa G!P)

Capítulo 1

Jennie Kim suspiró y se apoyó en la barra.

El centro de la ciudad era el lugar al que acudían las personalidades más influyentes de su país.

Todos iban allí al salir de sus trabajos para tomar una copa, coquetear desvergonzadamente entre sí y, a veces, compartir secretos de sus respectivas oficinas del trabajo.

También aprovechaban para actuar como los dueños y señores del lugar, tratando al personal como sirvientes.

Jennie lo sabía de sobra.

Llevaba casi tres años trabajando allí de camarera, sirviendo gin-tonics y shots de tequilas a las personas asistentes.

Normalmente, estaría en cualquier lugar que no fuera el bar de su trabajo en su noche libre.

Se veía fuera de lugar entre la clientela.

Puede que algunas personas fueran agradables, pero la mayoría eran demasiado fanfarronas.

Sin embargo, su mejor amiga, Rosé tenía turno en la barra y no terminaba hasta medianoche, cuando Mina la relevaba.

Cuando saliera, irían a otro lugar para ver tocar la música en vivo.

Así que tendría que matar el tiempo durante un par de horas para esperar a Rosé.

No suponía un gran problema, ya que estaba arreglada para la ocasión con un par de tacones de aguja y un vestido corto de encaje negro.

Sin embargo, desde aquella mañana, su humor había empeorado notablemente.

Su novio, Mark, la había dejado.

Había ido a almorzar con él, esperando que estuviera de acuerdo en ir con ella a pasar con sus padres el día de Acción de Gracias en unas semanas, pero le había dicho que no estaba listo para comprometerse, aunque llevaran juntos casi un año.

Decir que estaba molesta era un eufemismo.

Puede que fuera un poco exagerado decir que estaba más deprimida de lo que había estado en sus veinticuatro años de vida, pero lo cierto es que se sentía fatal.

Si no se hubiera gastado ya los cincuenta dólares de las entradas, Jennie habría cancelado el plan con Rosé y se haría arrastrado bajo las sábanas con una caja de chocolates.

Pero no tenía más remedio que ir.
La vida continúa.

Así que estaba bebiendo más de la cuenta en un bar y ya iba por su tercer shot de tequila.

Sentía una gran angustia y lo único que deseaba era olvidar el dolor del abandono.

—Deberías bajar el ritmo, — dijo Rosé frunciendo el ceño. —Sé que aún no estás tan borracha como para que tenga que restringirte el alcohol, pero tienes que dejar de beber hasta que lleguemos al otro local para la música en vivo. Llevas treinta minutos sin parar de beber.

Jennie agitó la cabeza. —Mi ex es un idiota.

A Rosé se le iluminó el rostro. —¡Llevo meses diciéndotelo! ¿Qué te ha hecho cambiar de opinión?

—Chicas, ¡No es momento de cháchara! — les dijo Irene, la gerenta de la discoteca, que venía con su novia de la mano. —Rosé, sigue trabajando.

—Jennie, espero que no estés intentando obtener un descuento en las bebidas por ser empleada del establecimiento y mi amiga.

—Nunca lo haría, — respondió Jennie, sabiendo bien que Irene jamás le haría descuento a nadie. —Solo necesitaba tomar algo para aliviar las penas.

Irene se retorció pensativa mientras la miraba, entornando los ojos. —Vale, no distraigas a Rosé y paga todo el alcohol de primera que quieras.

Jennie rio y levantó el shot a modo de brindis. —Apenas puedo permitirme el que quema la garganta.

—Pues, al menos, sigue pagándolo, — dijo Irene antes de volver al trabajo con su novia Seulgi.

Jennie dejó su bebida y se frotó las sienes.

Tenía un fuerte dolor de cabeza que no tenía nada que ver con el tequila y sí con el estrés y la tristeza que la abrumaban.

Cerró los ojos y tomó aire con dificultad.

Apenas se percató de la presencia de la mujer que se sentó a su lado hasta que habló.
—¿Estás bien?

Frunciendo el ceño, levantó la cabeza y la miró.

Esperaba encontrarse a una chica cualquiera. La típica empleada en prácticas o trabajadora nueva en el Congreso que llegaba temprano al bar a divertirse.

En cambio, lo que vio al darse la vuelta fue una mujer cuya apariencia rivalizaba con la de una diosa griega.

Tenía su figura bien marcada, se notaba que hacía ejercicio.

Sus penetrantes ojos mieles le devolvieron la mirada de forma irresistible, su flequillo y cabello oscuro largo la hacían ver única.

Llevaba un traje de marca Céline que se ajustaba a su cuerpo fuerte como un guante.

Durante un minuto, a Jennie se le olvidó hablar. —Yo…eh… ¿Qué?

La chica alta rio con voz queda antes de responder. —¿Estás bien? Tengo una aspirina si te hace falta. — Su voz era suave como terciopelo en sus oídos.

Jennie negó con la cabeza. —No, es solo que he tenido un mal día.

—Le puede pasar a cualquiera. — Le tendió la mano. —Soy Lisa, ¿Y tú?

—Jennie Kim, — dijo, tomando su mano y esperando que se la estrechara. En vez de eso, la sorprendió al besársela. —¡Oh, no tenías por qué hacerlo!

—Me parece de mala educación no elogiar a una chica muy hermosa igual a mí. Mereces más que un apretón de manos.

Jennie suspiró, obligándose a no mirar hacia abajo en dirección a sus caderas.

Jennie había pasado toda su vida deseando ser mejor y más alta.

No era como Rosé, de piernas largas y abundante melena rubia.

Francamente, había sido una suerte tener pareja y que alguien la eligiera, pues no solía llamar la atención por su estatura.

Pero no, esa noche no.... Ya estaba un poco borracha y había decidido tener, al menos, una buena conversación con Lisa, que se veía una maravillosa chica.

Sonriéndole en respuesta (y tratando de hacerlo de forma sensual), le dijo: —Es muy amable de tu parte Lisa. Las chicas de por aquí no suelen decir esas cosas.

Asintió, observando —No suelo venir por aquí. Prefiero sitios más tranquilos.

—Entonces, ¿Qué haces aquí? — preguntó Jennie.

—He venido porque últimamente he tenido mala suerte y quería cambiar de aires.

—Te entiendo. Así estoy yo también.

Lisa la miró con preocupación con sus ojos mieles y profundos. —Una chica tan guapa como tú no debería estar bebiendo sola. ¿Quieres hablar de ello conmigo Jennie? ¿Puedo ser tu confidenta está noche ?.....

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Gracias por leer ✨

Espero que les guste esta nueva Adaptación ✨