Ecdisis: epidermis

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Thor despertó con la brillante luz que entraba a raudales por los ventanales de su nueva habitación. Molesto, gruñó por lo bajo mientras se giraba para ocultar su rostro de la incómoda luminosidad, tirando al mismo tiempo de las cobijas por encima de su cabeza.

Juraría que las cortinas habían estado cubriendo los ventanales cuando llegaron en la madrugada, tan agotados, que Loki apenas y le señaló su habitación en el segundo piso de la preciosa casa de campo que ni siquiera había mirado realmente, antes de ir a su propia habitación en el fondo del mismo pasillo.

Un ruido y el jalón de sus sábanas le indicaron que había estado en lo correcto: Loki, pulcro y bien arreglado, estaba parado al lado de su cama. También había sido él quien había corrido las persianas.

— Un poco más...—Masculló de mala gana con la voz ronca por el sueño. Loki arqueó una de sus oscuras y delgadas cejas antes de volver a jalar de las mantas hasta dejarlo completamente al descubierto.

— Hoy he hecho una excepción y te he dejado dormir hasta medio día—Musitó suavemente, dejando un par de cosas sobre el escritorio frente a la pared derecha, antes de empezar a doblar con gestos gráciles las sábanas —solo porque sé que estabas agotado. Sin embargo, él día aquí inicia a las siete en punto.

Thor parpadeó, aclarándose, antes de mirarlo con las cejas casi juntas. ¿Siete en punto?

—Es muy temp...

—Y cuando digo que inicia a las siete —Resaltó la última palabra— me refiero a que, a esa hora ya debes estar vestido y arreglado, sentado abajo, en el comedor para desayunar. Si a esa hora no estás allí, entonces no comerás nada. —Puntualizó, dejando las cobijas dobladas prolijamente sobre la cómoda al costado de su cama. —Y no te recomendaría eso, porque la siguiente comida es hasta las dos de la tarde.

Thor arrugó la nariz disgustada. Sin embargo, cuando Loki por fin lo miró, con un gesto que parecía preguntar si había quedado claro, solo pudo decir:

—Lo entiendo.

Por supuesto, no había más que hablar. Sabía lo suficiente del carácter agreste de su tío, como para comprender que cualquier negativa terminaría mal para él.

—Entonces, báñate y vístete —Comandó mientras movía las maletas que Thor había dejado desparramadas en el centro de la habitación al llegar, hasta dejarlas sobre la cama— tienes una hora.

Thor quiso refunfuñar, pero, nuevamente, la mirada que le dedicó su tutor temporal lo dejo fácilmente sin palabras.

—Entiendo— Dijo de mala gana y se irguió, sin medir bien qué tan cerca estaba Loki, hasta quedar frente a él, a apenas un paso de distancia.

Algo dentro de él se sacudió y se apresuró a dar un paso atrás. Sin embargo, pudo notar algo: Loki era apenas un poco más alto que él y, a sabiendas de que Thor estaba en pleno crecimiento —Los doctores habían pronosticado que probablemente incluso superaría a su padre— eso quería decir que, en unos años, él sería quien le miraría desde arriba.

La idea, de alguna manera, hizo que las comisuras de sus labios se alzarán ligeramente. Loki pareció no pasarlo por alto, pero tampoco señaló nada al respecto, además de volver a arquear un poco la ceja.

Finalmente suspiró y se dio media vuelta para salir de la habitación.

—Una hora, Thor. El baño está a dos puertas a la derecha de tu habitación.

Y se fue, cerrando tras de sí. Thor suspiró mientras revivía los gestos del hombre en su mente; ya lo había pensado antes, cuando había lo mirado de cerca, pero Loki en realidad tenía un aspecto bastante juvenil, a diferencia de su padre, que ya rondaba los cincuenta, con arrugas y canas incluidas.

Under the clothesWhere stories live. Discover now