Parte única.

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Palabra clave: Aroma.

...

Kotetsu nunca fue de prestarle atención a cualquier cosa que no fuese la herrería (pues desde que tuvo uso de razón, fue prácticamente a lo que dedicaría su vida).

Sin embargo y tal vez–

-... Hueles a tierra mojada.

Existía algo que llamaba ligeramente su atención de la herrería.

Muichiro abrió con pereza los ojos, fijando su mirada somnolienta en el joven herrero. Habiendo invadido su futón apenas llegar a su casa, abrazando y usando la almohada como si fuese suya (aunque técnicamente, las cosas de Kotetsu habían pasado a ser suyas sin que este pudiese hacer algo para evitarlo, en primer lugar).

- ¿Tierra mojada?

- Sí, a tierra mojada después de la lluvia – olisqueó, acercando su nariz a los cabellos espesos del espadachín por la zona de la nuca, haciéndole pequeñas cosquillas a Muichiro. Quien se dio la vuelta, pasando sus brazos por su cuello, tomando desprevenido al castaño –... ¡Hey, qué haces?

- Oliéndote.

Todavía no se acostumbraba a los sorpresivos cariños –y bromas también– del pelinegro. Quien a pesar de haber perdido parte del antebrazo y pierna, seguía siendo igual de ágil como en antaño cuando tenía 14 años.

Kotetsu contuvo un suspiro y en lugar de resistirse, se dejó hacer. Recargando su peso en sus brazos sobre el futón mientras distraía (o trataba de distraer) su mente, tratando en la medida de lo posible de ser paciente. Cuando esta, nunca fue exactamente su más grande virtud.

Lo cual sólo hacía sonreír a Muichiro por saberse victorioso sobre el joven Alfa.

- Mmm, tú hueles a madera recién cortada. Aunque no me sorprende.

Kotetsu se sintió ofendido, y decepcionado, aunque esto último jamás lo admitiría abiertamente –. ¿Ah sí? Entonces ya puedes...

- Dije que no me sorprende, no que me disguste Kotetsu – Muichiro frotó su rostro en su cuello, afectuoso –. Eres mi Alfa, y eso nada ni nadie lo va a cambiar.

- Tan posesivo como siempre – bufó, entrecerrando los ojos, mirándolo de reojo.

- Pero a ti te gusta que te monopolice~.

- Tsk, claro que no – se acostó en el futón, rodeando su cintura, haciendo contacto visual con el turquesa juguetón –. ¿No que estabas exhausto?

- Estaba, ahora sólo quiero... – Kotetsu mordió sus labios como un beso, callándolo y esta vez, sorprendiéndolo a él.

- Ya es tarde, Muichiro-san. Duérmete.

Y por una fracción de segundo, Muichiro pensó en lo atractivo que era Kotetsu mirándolo con el ceño fruncido. Sonrojándose levemente, sintiendo la tentación de molestarlo un poco más.

- Oblígame.

(No durmieron exactamente, esa noche).

-Traumada Taisho

Extrañaba a estos dos, kdcir.

odorem tuum [Kotetsu/Muichiro]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora