Susurros del Mar

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En su andar gobernaba la pesadumbre. Cada paso se volvía más lento que el anterior, y lo único que podía hacer era mantener su nostálgica mirada en la arena en la que esta vez, solo sus huellas solitarias quedaban grabadas.

Complejo y trágico fue el pasado que tanto añoraba, pues pese a su vasta experiencia, no pudo detener el inevitable destino de alguien quien su vida no valoraba. Muchas fueron las preguntas que recorrieron su mente día y noche, pero las respuestas jamás llegaban a esclarecer sus pensamientos.

Ahora, el único enemigo que tenía era él mismo, ya que no podía evitar recordar aquella flagela sonrisa que lo atormentaba asiduamente. Su voz muda de tanta impotencia solo le permitía contemplar en silencio el habitual ocaso del sol que se escondía poco a poco detrás del Bosque de Piedra Guyun. Algunos cangrejos salían de sus escondrijos y las aves del cielo volaban a sus nidos. Zhongli dejó escapar un pesado suspiro, y no pudo evitar sentir un poco de envidia de aquellos pequeños animales que tenían un lugar al cual regresar, y seguramente una familia la cual los esperaba.

Alguien que amó le fue arrebatado cruelmente, sus intentos por seguir adelante eran inútiles. A pesar de ser una divinidad vagando por el mundo mortal, jamás había sentido que sus manos fueran tan inservibles.

Al cerrar los ojos y con poco esfuerzo, podía recordar vívidamente a aquel Fatui, al cual, fragmentos su vida se le escapaban con cada suspiro. ¿Cómo haría para olvidar aquellos ojos azules como el agua cristalina del mar que se quedaban de a poco sin vitalidad?.

Casi podía verse a sí mismo echado en la arena con aquel joven en sus brazos. Podía oírse gritar su nombre, mientras que al que la muerte acechaba, levantaba forzosamente la diestra para acariciar la mejilla de la persona que secuestró su corazón. 

"Te amo". 

Fue lo último que sus labios pronunciaron, quizás en un último intento de recordarle a su amado sus verdaderos sentimientos, como si Zhongli no lo supiera. Sus cansados párpados se cerraron pronto, y la brisa se llevó su último aliento. Quien aún lo sostenía, no podía entender la situación, su vista se nubló poco a poco, y dio paso a la ira. Quería buscar un culpable que ya no estaba ni en la lejanía.

Recordó además que solo al día siguiente de la tragedia pudo entender lo que había pasado. Aquel mortal del cual se había enamorado, había acabado consigo mismo en una forzosa pelea. Tartaglia sabía perfectamente las consecuencias de usar "El Engaño" prolongadamente, pero al parecer, el hecho de que haya pertenecido a Los Once Heraldos Fatui no fue suficiente para escapar de su inminente castigo por su alianza con personas inadecuadas para la organización.

"Si Childe no se hubiera involucrado con el viajero, ¿Aún seguiría vivo?"  

Fue la inevitable interrogante que cruzó fugaz por su mente. Sin embargo, de nada servía buscar culpables. Él estaba consiente de que aquel joven de Snezhnaya tenía a la muerte siguiéndolo en su sombra. Sus ojos jamás tuvieron el brillo vivaz como los demás mortales. Si bien Tartaglia era inteligente y sabía cuales batallas luchar, morir en el combate era el más grande de los honores para un guerrero como él.

El dios cansado, se despojó de sus zapatos y permitió que sus pies tocaran la arena. Habían pasado varias semanas desde el funeral, pero aún así, no dejaba de concurrir a la playa, probablemente porque el oleaje relajante aliviaba ligeramente su alma. El color del agua era un recordatorio constante de aquellos ojos que alguna vez lo miraron con tanto amor. Una ligera sonrisa se asomó por primera vez en mucho tiempo tras pensar, ¿Qué fue lo que realmente tenían? ¿Era correcto llamarlo una relación de pareja? No estaba seguro de la respuesta, pero lo que sí sabía era que ambos eran lo suficientemente íntimos como para hablar desde lo más simple a lo complejo, se entendían sin hablar, y hacía siglos que no sentía algo similar por alguien.

El tiempo dio paso a la noche, donde el frío viento penetraba la piel. No tenía energías para volver a la ciudad, sentía la necesidad de quedarse un rato más hasta que el sueño lo terminara de aniquilar. Sin embargo, por accidente su mirada se fijó en una caracola estelar a la orilla del agua. Su corazón se estremeció y el rostro de aquel joven guerrero volvió a su memoria.
Se acercó a ella y la levantó del suelo. La lavó con cuidado, para luego observarla con sosiego.
Un impulso se apoderó de su cuerpo, pues casi instintivamente, posicionó la caracola cerca de su oído, dispuesto a escuchar el susurro del mar. Un rato pasó, y no oía más que la ligera corriente del viento pasando por los recovecos del objeto. Suspiró con pesadez, dispuesto a dejarlo nuevamente en su sitio.

Quizás fue la falta de sueño, sumado al estrés y otras emociones que experimentó últimamente, pero casi pudo jurar que logró escuchar el llamado de su ser amado viniendo de allí.

– Ajax...

Susurró, esperando recibir una respuesta. Más no la volvió a obtener, así que concluyó dejando la caracola en la arena.
Quiso despedirse de la playa dándole un último vistazo al océano, pero en un parpadeo, le pareció ver al mencionado con los pies en el mar.
Era él, su amado guerrero. Zhongli corrió, esperando poder alcanzarlo, pero al ver detalladamente, ya no había nadie esperándolo. Solo unas ramas viejas que la marea trajo para espantarlo.

Inevitablemente, de sus ojos brotaron las lágrimas que recorrieron sus mejillas hasta caer al suelo. Todo parecía irreal, y no podía obtener ningún tipo de consuelo.
Sin pensarlo más, caminó hacia lo profundo, para después dejar que su cuerpo flote por unos segundos. Sabía que no moriría fácil, pero quería que el agua lo envolviera, de ese modo sentía la presencia de aquel joven a quien le juró amor por más que sus cuerpos mortales abandonaran la tierra.

En ese momento, casi pudo escuchar un susurro mientras se hundía en el mar.

"Siempre estaré contigo", Fue lo que le pareció escuchar en el momento en que el océano tomó posesión total de su interior.

Susurros Del Mar - OneShotWhere stories live. Discover now