❄Capítulo 7❄

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Jimin


17 de diciembre

Faltan 8 días para Navidad


Jimin salió de la ducha con todos los músculos de su cuerpo doloridos. Incluso le dolían músculos que ni siquiera sabía que existían. Patinar sobre hielo había resultado extenuante. Y divertido. Hizo una mueca contrariada mientras se enfundaba otro de los pijamas navideños que Hyo-ri le había regalado durante su estancia allí, este con la cara de un reno dibujada en la camiseta de manga larga.


Nunca hubiera dicho que patinar con JungKook fuera una experiencia gratificante. De hecho, nunca hubiera dicho que pasar tiempo con JungKook sin tener ganas de arrancarse la piel a tiras fuera posible. Teniendo en cuenta lo poco que había conectado con él durante los dos días que llevaba en casa de los Jeon (o de los Star, como los conocía todo el mundo), que JungKook hubiera decidido enseñarle a patinar sobre hielo había sido... inesperado. Inesperado pero bonito.


Notó algo en el estomago, algo parecido a un hormigueo, al pensar en JungKook y aquella tarde de patinaje en el Rockefeller Center: el árbol de Navidad de fondo, las luces de la ciudad envolviéndolos y los copos de nieve que habían empezado a caer poco antes de regresar a casa. Había sido una tarde estupenda. Incluso los comentarios irónicos e incisivos de JungKook, que solían sacarle de quicio, le gustaron.


Mientras se secaba el pelo se preguntó dónde demonios se habría metido Ju-won. Había intentado contactar con él aquellos días en el número de móvil que este le había dado antes de partir, pero no había tenido éxito. Parecía que se lo hubiera tragado la tierra. Una vez con el pelo seco, cogió el móvil y comprobó las notificaciones. Tenía varios mensajes de Taehyung explicándole sus aventuras y desventuras en el pequeño pueblo natal de Nam-joon y un audio larguísimo de su madre explicándole lo bien que lo estaba pasando en Hawái. Respondió los mensajes y bajó al salón donde la cena ya estaba servida.


Cenaron envueltos en una conversación agradable y, al terminar, se ofreció a preparar el chocolate caliente que acompañaría a las galletas de jengibre que habían decorado la noche anterior todos juntos, cumpliendo así con el trato que aquella tarde había hecho con JungKook. Hyo-ri se ofreció a ayudarle. Mientras se deshacía la tableta de chocolate negro dentro de una cazuela con leche caliente, el ambiente entre los dos se volvió íntimo, confidente. Jimin pensó que era fácil sentirse cómodo con Hyo-ri. Era una de esas personas que conseguían crear un aura magnética a su alrededor, con una sola sonrisa te hacían sentir su mejor amiga.


—Jimin, cariño, ¿te sientes cómodo con nosotros? —preguntó Hyo-ri de golpe, observando cómo Jimin removía la cuchara de madera donde el chocolate empezaba a espesar.


—Mucho, ¿por? —Desvió la mirada hacia Hyo-ri elevando con suavidad una ceja.


—Para mí es importante saber que te sientes integrado en nuestra familia. Sé que JungKook puede ser a veces un poco...


—¿Cretino? —La forma en la que Jimin dijo aquello hizo que una risita escapara de la garganta de Hyo-ri.


—Iba a decir emocionalmente inaccesible, pero supongo que desde fuera puede parecer un cretino, sí. Lo que quería decir es que, a pesar de llevar una coraza de piedra y esconderse tras mil muros, Kook tiene el corazón blandito. Aprenderá a quererte como ya te queremos nosotros. Te aceptará, ya verás. —Besó su cabeza con cariño y, en aquel momento, Jimin se sintió mal. Por mentirle, por fingir ser alguien que no era.


Estuvo a punto de rendirse y doblegarse a la verdad, pero el miedo a decepcionarla lo detuvo. Hyo-ri le pidió que esperara un momento y regresó segundos después con una colcha entre las manos que desplegó frente sus ojos. Era una colcha hecha con retales de tela y en cada retal había bordada una estrella con más o menos gracia.


—Esta colcha la empezó Jae-sang la Navidad en que nos conocimos. Yo no estaba segura de que lo nuestro fuera a durar, por aquel entonces él era un rockero famoso, y ya se sabe la fama que tienen los rockeros, ¿verdad? —Sonrió nostálgica, como si estuviera pensando en aquella época—. Él, en cambio, estaba seguro de que lo nuestro duraría toda la vida, y tan seguro estaba que vino a buscarme a casa el día de Navidad con un trozo de tela en el que había bordado una estrella —Le enseñó la primera estrella, con un bordado un poco caótico, pero no por ello menos especial—. Cuando le pregunté qué era, me dijo: "Ahora solo es un trozo de tela con una estrella mal bordada, pero en unos años espero que sea el lienzo que trace el trayecto de nuestra vida conjunta. Bordaremos una estrella nueva por cada nueva Navidad juntos". — Jimin tragó saliva sintiendo como la emoción se le encajaba en la garganta.


—Es una historia... preciosa.


—Lo es, supongo que ese día supe que Jae-sang iba a convertirse en el hombre de mi vida. ¿Quién puede resistirse a eso? —Jimin no respondió. Estaba seguro de que nadie podría resistirse al Jeon Star de su adolescencia en un contexto como ese — El caso es que había pensado que este año, la estrella la bordaras tú.


—¿Q-Qué? —balbuceó intimidado por la propuesta.


—Eres el novio de Ju-won, ya formas parte de nuestra familia y me gustaría guardar un pedacito de la primera Navidad que has pasado con nosotros.


Volvió a tragar saliva. De nuevo, se sintió mal y, por primera vez desde que había llegado a casa de los Jeon barra Star, sintió deseos de que lo suyo con Ju-won fuera real y no parte de un trato. Y no me mal entiendan, no amo a Ju-won ni siquiera me gusta, pero me encantaría tener una familia como la de él.


—Pe-pe-pero... No sé, yo no cr-creo que sea bue-buena i-idea —tartamudeó, incómodo. Se maldijo al instante, siempre tartamudeaba cuando se ponía nervioso. Escuchó una risotada procedente de la puerta de la cocina y se encontró con los ojos de JungKook puestos sobre él con un brillo lleno de malicia.


—¿Qu-qué pa-pasa? ¿No sa-sabes ha-blar? —preguntó riéndose descaradamente de su tartamudeo. Jimin sintió como las mejillas se encendían ante sus palabras y una punzada de dolor le atravesó el pecho, allí donde guardaba uno de los recuerdos más dolorosos de su niñez.


—¡JungKook! No seas grosero —le reprendió Hyo-ri. Luego se dirigió a Jimin, mirándolo con esa dulzura que la caracterizaba—. No le hagas caso, él...


—No le disculpes, Hyo-ri —dijo Jimin sacando el chocolate ya espesado del fuego. Clavó su mirada herida en JungKook— Está claro que antes te equivocabas. Él nunca me aceptará en vuestra familia —murmuró bajando la voz— Y respecto a la colcha, no creo que sea buena idea que yo borde una estrella en ella, es algo demasiado íntimo, algo que pertenece solo a vuestra familia.


—Pero Jimin...


—Vayamos a tomarnos el chocolate antes de que se enfríe.


Sin esperar respuesta, repartió el chocolate en cuatro tazas, les añadió nubecitas y se dirigió hacia el salón pasando por el lado de JungKook sin ni siquiera mirarlo. Todo lo bueno que habían construido aquella tarde pareció desvanecerse como una pompa de jabón explotando en el aire. No le perdonaría nunca que se hubiera reído de su tartamudez. Nunca.




Llegamos a ponernos al día con este capítulo, peeeeero... como es fin de semana, les dejaré de una vez el capítulo de mañana domingo y así vuelvo a visitar esta historia el lunes. ¡Cuídense!

Milagro de Navidad -Kookmin-Where stories live. Discover now