Capítulo Único

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Ranpo tomó la perilla de la puerta y con un movimiento lento comenzó a abrirla, lo que vió colgando en esa habitación de cuatro paredes jamás se lo quitaría de la mente. El de orbes heterocromaticos soltó un jadeo mezclado de sorpresa y horror, dió un paso atrás y miró la escena estupefacto.

- ¿d..dazai-san?..., ¿¡DAZAI-SAN!? —
Sus lágrimas amenazaban con salir. Su mentor.., no, esto no era posible. Solo era una broma de mal gusto, pensó, pero que equivocado estaba el albino.. todo lo que sus ojos presenciaban era real.

la piel que alguna vez fué una tez blanca ahora estaba completamente pálida, su cabello castaño y rizado estaba desordenado y unas cuantas hebras caían por su frente tapando sus ojos por completo, se notaba que sus últimos alientos habían Sido de completa y dolorosa soledad. Su gabardina tirada arriba de una pequeña cama, al lado de la litera había una mesita de noche la cuál tenía unas cuantas botellas de sake, un cuchillo que al parecer tenía sangre seca y bastantes pastillas.
La cabaña era un desastre, había basura y botellas de cerveza y vino por todo el lugar, y ni hablar de el olor.. era putrefacto, ¿Hace cuánto estaba el castaño ahí? Oh, atsushi recordó la última vez que lo vió..

Ranpo estaba atónito ante tal escena.. su compañero –ahora ex-compañero– estaba colgando del techo con una cuerda alrededor de su cuello, de ese delicado cuello que una vez estuvo repleto de mordidas y chupetones de su parte con marcas del gran amor que una vez se tuvieron. De sus manos se veía algo rojo, probable sangre. El pelinegro podía deducir que Dazai antes de colgarse había bebido, tomado pastillas y se pudo haber lastimado.. se odiaba por no poder tomar la oportunidad de evitar esto cuando pudo.

En ese momento sonó el teléfono de atsushi, era doppo el que estaba llamando. El albino sacó el teléfono con algo de lentitud y contestó la llamada un tanto ido.

– ¿Todo está bien por allá, atsushi? — la voz del idealista salió de aquel dispositivo con severidad.

– cr-creo que D-azai-san no volverá con la comida.. — habló el chico con la mirada perdida, con miedo de avanzar a revisar si ese era realmente el cuerpo de su compañero o era solo un simple maniquí. -cosa que le gustaría-

- ¿de qué estas hablando? - la voz del rubio se escuchaba curiosa, ¿Qué sucedía?

Atsushi se quitó el teléfono del oído y se fué al chat que tenía con kunikida para enviar la ubicación en dónde se encontraban.

- ¿Que está- -el idealista no pudo terminar la frase porque Atsushi cortó la llamada antes de que lo hiciera.

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Un castaño estaba sentado en un tronco cuestionando su existencia. Miraba las estrellas con atención, amaba la calma de la noche, era de las pocas cosas que realmente podía disfrutar.
Sintió la presencia de alguien más y soltó un suspiro, sonrió Levemente y miró al recién llegado.

– ¿Qué haces aquí, ranpo-kun? — habló el suicida con una pequeña sonrisa juguetona en sus labios.

– eso debería preguntarte yo. — el pelinegro se acercó a él con una bolsa de dulces, comía uno tras uno con una pequeña sonrisa.

– ¿Aunque ya lo sepas?

– tú también sabes el porqué estoy aquí, ¿no es así?

El menor suelta una risita de diversión y mira atentamente al contrario
–:mhp, ¡claro que lo sé! aunque lo parezca no soy idiota.

– ¿puedo acompañarte? — al recibir un asentimiento por parte del menor se sentó inmediatamente a su lado en un extremo del tronco.

– y, ¿como has estado? — Preguntó el maniático.

La Muerte Del Maniático Suicida. (En Edición)Where stories live. Discover now