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La noche de navidad en ese año es diferente, ahora hay un bebé llorando y su madre estresándose por eso, su padre no llegó ese día y las mucamas están de un lado a otro ayudando a la señora gritona que sostiene al lloroso hermano de Minho. La cena se queda sobre la mesa, ni su padre ni su madre están sentados pero él sí, como consuelo se ocupa del lugar vacío de su padre y toma los cubiertos observando su plato, ya no es un niño, tiene 14 y se siente de 7 por una curiosa razón, observa a la dama que está de pie y lo mira con pena, niega y suspira desaprobando a sus padres. El árbol de Navidad está lleno de regalos para él y su hermano, pero no para su madre o padre, ellos seguramente están odiándose esa noche.

Termina de cenar y husmea en la sala de estar, apenas se asoma cuando ve a su madre dormida y a la mucama con el bebé en brazos, le sonríe por cortesía y se pone su abrigo para poder ver la nieve caer. Se coloca los guantes y sale de la casa.

El aire es tan frío que congela sus mejillas, las hace arder pero incluso se atreve a decir que es más cálido que el ambiente familiar en casa, siente consuelo cuando observa un suave manto blanco sobre el césped y el pavimento. Suspira dejando que el vaho salga de sus labios, la noche se siente bien, él se siente bien mientras parpadea lento observando el oscuro cielo. Cierra los ojos y deja que los segundos pasen, los abre porque siente que alguien se ha acercado, siente el calor corporal de esa persona y la sombra, no es alguien alto. Abre los ojos y lo primero que ve es el muérdago sostenido por una delgada mano. Sonríe.

—Se me congela la mano.— se queja el portador del muérdago y Minho lo encara. —Hazlo rápido antes de que me arrepienta.

Puede recibir un tono rojizo en las mejillas de Jisung, si hace mención de eso seguro el menor se excusara diciendo que es por el frío, porque Jisung no va muy bien abrigado, sus manos están descubiertas y apenas lleva una bufanda que Minho le regalo hace tiempo. Alza sus manos hasta acunar el rostro de Jisung, sus guantes tal vez calienten un poco sus mejillas.

—¿Hacer qué?— pregunta con falsa inocencia, Minho sabe perfectamente lo que tiene que hacer, pero quiere que el menor lo diga, que salga de sus delgados labios.

—No eres idiota...— dice Jisung más apenado que molesto. —Cuando las personas discuten... el muérdago es para solucionar problemas, cuando... es...— Jisung suspira con impotencia y toma aire sin bajar el muérdago, Minho sabe que su mano debe de estar congelándose. —Cuando la pareja se besa bajo el muérdago significa que ya se han reconciliado.

Minho sonríe, porque pasó seis meses sin Jisung y ahora entiende que sí le hacía falta, entiende que lo extraño, que no podría dejarlo de nuevo, de todo el tiempo que perdió por una estúpida discusión. El muérdago no era tan estúpido después de todo, Jisung lo demostraba intentado hacer su buen uso. Por fin se acerca y lo besa, siente aquel beso como si fuera el primero, después de tanto obtiene esa misma sensación que no logra describir ahora, se siente feliz, emocionado y curiosamente nostálgico. El muérdago cae en su cabeza y hace que aquello termine, Minho ríe tomándolo en una mano.

—Habías dicho que era estúpido.

—Lo es, por eso sirve contigo...

Minho no se queja, toma las manos heladas del menor y trata de calentarlas entre las suyas, les da calor y opta por quitarse un guante y ponérselo para hacer el trabajo un poco más fácil.

—¿Entonces ya estamos reconciliados?

Jisung no responde, pero Minho sabe la respuesta; ya no hay una brecha entre ellos, dejaron el problema atrás, sellaron aquella parte de su amistad con el muérdago. Con el estúpido muérdago.


Life Love ❣︎ MinsungWhere stories live. Discover now