Cinco características diabólicas C.22

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Con este título no nos referimos a características que puede tener una persona en particular y que formen parte de su personalidad, sino cinco cualidades que pertenecen a la entidad maligna que el occidente cristiano llama Diablo y que los satanistas reconocen como Satán o Príncipe de las Tinieblas. De acuerdo a la teología cristiana, el Diablo es una entidad de existencia real, pervertido y que augura la perversión. Pero además de buscar la perdición de la humanidad, el Diablo trabaja y se manifiesta de muchas maneras sutiles; al hacerlo, es posible reconocer en él varias características que son defectos para quienes se le oponen y gratas para aquéllos que desean estar a su servicio.

Pero además de ser estas cinco características que componen precisamente la misma persona del Diablo, también están presentes en sus adeptos y en las personas que han elegido sumarse a su causa.

1)La astucia:

Quizás sea ésta la característica más saliente de la majestad diabólica. La astucia del Diablo consiste en su poder de adaptación y su capacidad de mostrarse alternativamente hermoso u horrible, amigable o irascible, prepotente o servil, según sirva a sus propósitos. Esta flexibilidad lo convierte en un maestro del engaño y la manipulación, lo cual facilita la consecución de sus propósitos.

2) La perseverancia:

Sorprenderá a muchos esta cualidad, ya que generalmente se la reserva para acoplarla a acciones con objetivos edificantes, pero no siempre es así. El odio duradero, el deseo de exterminio, la voluntad de destruir pueden permanecer largo tiempo, incluso más allá de la muerte, para quienes creen en la reencarnación, esperando el momento para desatarse. Veamos un ejemplo tomado de uno de los satanistas más prominentes, Anton Szandor LaVey: en su lista de mandamientos satánicos (o contra-mandamientos), LaVey estipula que el perdón es un signo de cobardía y debilidad, y que un auténtico servidor de Satán debe buscar la satisfacción de la venganza. Esperar la oportunidad para llevarla a cabo en muchas ocasiones supone un largo ejercicio de paciencia. Una vez llegado el momento, según LaVey, debe uno atacar a su enemigo y destruirlo.

3)La mentira:

La verdad, de acuerdo al credo cristiano, nos hará libres, pero también nos hace vulnerables. Mentir descarada y desvergonzadamente es un arma diabólica para obtener de los demás ventajas que de otro modo nos costaría mucho lograr. En el Evangelio de Juan, el Diablo es llamado por Jesús el padre de la mentira, en referencia al bíblico episodio de la serpiente que engañó a Eva y provocó la caída del hombre. Mentir no implica, diabólicamente hablando, sólo omitir la verdad sino pervertirla, lo cual hace más complejo dilucidar cualquier asunto.

4)La seducción:

¿Puede la seducción ser una cualidad diabólica? Claro que sí. En el apartado referido a la astucia, hemos afirmado que el Diablo puede provocar según su conveniencia atracción o temor. En muchas situaciones, la atracción funciona mucho mejor que el miedo. El Diablo es una consumado seductor, que mucho promete, pero en rigor de verdad, no sabemos si efectivamente cumple.

5)El egoísmo:

Más dañina que la codicia o la envidia es la incapacidad para compartir. Quien no comparte no crea lazos, y la desunión es uno de los más deseados objetivos diabólicos. Una simple ayuda en l momento propicio podría cambiar la suerte de muchas personas que sufren una desgracia, pero es precisamente ese curso de acción el que la máxima figura diabólica no quiere tomar. El egoísmo implica deshumanización y falta de empatía para con el prójimo. Quizás nada sea más grato para la oscura persona de Satanás

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