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Los  pensamientos  de Hermione se vieron  interrumpidos repentinamente.

-¿Quieres  decir  que te  vas  a casar otra vez? -no se  le  ocurría  ninguna  otra razón por  la  que le  estuviera pidiendo  algo que  habían  evitado  durante  los últimos  cinco  años.

Draco no contestó  inmediatamente y Hermione,  sintiendo  los latidos  del corazón en los oídos, contempló a  la gente que entraba y  salía de  la cafetería  para ganar  algo  de  tiempo.

Intentó  creer  que él  no  le había  pedido  lo  que acababa  de  oír.

-He  conocido a alguien.

Por  supuesto, Draco siempre  atraía a las mujeres,  como un  tarro  de miel  a  las abejas. 

Pero siempre  se  había  tomado  la  molestia de  asegurarle a Hermione que sólo tenía ojos  para ella.

-Me sorprende que  no me  lo hayas  pedido  antes.

Apartó  el  plato con el  sándwich  casi  intacto y se  mordió el labio  inferior para evitar que se  le saltaran  las  lágrimas. 

No se  iba a desmoronar  delante de  él.

Draco vio  que  se  ponía  pálida y  se  preguntó  por qué.

Hacía mucho  tiempo  que estaban  separados y  no  podía  pillarle  por  sorpresa.

De hecho,  se  había  sorprendido al ver  que ella  no se  había  puesto  en  contacto con él. 

Estaba  tan  seguro de  que algún hombre  la  cautivaría  que durante el primer  año  de  separados había temido  contestar el teléfono o  abrir  el correo  electrónico por miedo  a  que fuera Hermione pidiéndole  el divorcio.

-Hasta ahora  no  tenía mucho sentido  -se  pasó  los  dedos  por  el  cabello  y Hermione miró  sorprendida el anillo  de platino  que todavía  llevaba. 

Después bajó la  mirada  hacia el  suyo propio y  se apresuró a  cruzar las manos  en  el  regazo.

-¿Cómo es ella?  -«no te  hagas  esto,  Herms,  no  te atormentes»-.

¿Una mujer  de carrera  decidida, adicta al  trabajo  y con el armario  lleno  de ropa de  diseño?

-Deberías terminarte  el  sándwich  y no  arriesgarte  a  desmayarte de nuevo.

La próxima vez  no  estaré cerca para  ayudarte.

-¿No  era ese  el problema, Draco?

Nunca estabas cuando te necesitaba, el trabajo siempre  era lo  primero. 

Bueno,  espero  que  te  haya dado todo  el  éxito  con el  que soñabas.

-Nunca  negué  que fuera  ambicioso, lo sabías desde  el  principio.

Pero trabajé duro para  los  dos,  Hermione,  no  soy el bastardo egoísta  que piensas.

-No. Siempre  fuiste  generoso.

Con el dinero y con  todos  esos  regalos  caros,  pero no  con  tu  tiempo.

Él  aceptó  en  silencio  la verdad de esa afirmación. 

Se había arrepentido una y otra  vez cuando le había fallado, al cancelar una cita para cenar,  una sesión de teatro que habían planeado durante mucho  tiempo o al mandarla sola de  vacaciones porque había surgido  algo importante a última hora. 

Reviviendo el amorWhere stories live. Discover now