03. Delicados dedos

431 24 0
                                    

Un hombre trajeado como tú, entró.

—Es mi primera vez con un chico. ¿Sabes? No soy marica —dijo nervioso mientras desajusta su corbata—. Eres guapo. ¿Qué tal si te pones de rodillas?

Bajé sus pantalones y me invadió un olor de lo más asqueroso. Le miré, parecía estar disfrutando de esto. Sabía de su olor y puedo decir que le excitaba.
Mi boca formó una O. Se la chupé.
Fueron quince minutos.

—La chupas bien. ¿Cómo te llamas? —formuló mientras abrochaba su pantalón.
—Atlas.

Por último me plantó un beso y salió. Enseguida me puse en pie y corrí al baño. No pude aguantarlo más y vomité. Podía seguir oliendo aquella peste.
Con rapidez lavé mi boca.

—¿Se puede? —oí una voz femenina acompañada de un ligero toque en la puerta.
—Sí, adelante.
—Traje esto, te ayudará —extendió su mano casi llena de caramelos de menta.
—Gracias.
—Soy Camille —se apoyó en el lava manos.
—Atlas —respondí llevándome dos caramelos a la boca.
—El Don quiere verte.

De repente mi corazón comenzó a latir con fuerza. ¿Se habrá quejado aquel viejo?

—¿Sabes para qué? —pregunté

Camille se encogió de hombros.

—Te acompaño.

Agarró una de mis manos y me llevo hasta el Don.


Mi Camille.

—Suerte —susurró a mi izquierda.

Suspiré y abrí la puerta.

—Don, juro que no he hecho nada. Hice lo que el cliente me pi...
—¿Te has aseado?
—No, no me a dado tiempo.
—Niño, te quiero limpio. Que sea la ultima vez.
—Sí, Don —asentí.
—Desnúdate —ordenaste para seguidamente beber de tu vaso.

Eso hice. Quité por completo toda mi ropa.

—¿Para qué me quiere, Don?
—Fotos. Los clientes tienen que ver lo que compran.

Está bien, hágalas —inocente dije.

Abriste la puerta y un señor con una enorme cámara junto a tres chicos entraron.
Tú saliste con un semblante serio, dejándome solo con aquellos hombres.

Yo no formulé palabra. Entendí que era inútil pedirte piedad.

Desnudo y con frío me arrodillé.
Desnudo y con frío.


No sé cuánto tiempo pasé ahí dentro. Era interminable. El flash se había disparado suficiente. ¿Qué más quedaba?

Volviste y me alegré tanto. Esto por fin había terminado.

—Las fotos las quiero listas enseguida —ordenaste al fotógrafo—. Atlas ve a bañarte, tienes otro cliente.

Aquella alegría se disperso al oírte. No tenías empatía, incluso creo que te divierte.

—¿No me has oído? Rápido —te dirigiste a mí.

Recogí mi ropa y me levanté como pude.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jun 26 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

AtlasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora