Un hombre trajeado como tú entró.
—¿Sabes? No soy marica —dijo nervioso mientras desajustaba su corbata—. La verdad, tienes un rostro bastante bello ¿Qué tal si te pones de rodillas?
Bajé sus pantalones y me invadió un olor de lo más asqueroso.
Lo miré, parecía estar disfrutando de esto. Él sabía de su olor y pude ver su cara de disfrute.
Mi boca formó una O. Se la chupé.
Fueron quince minutos.—La chupas bien. ¿Cómo te llamas? —formuló mientras abrochaba su pantalón.
—Atlas.Por último, me plantó un beso y salió.
Me puse en pie y corrí hasta el baño. Vomité. Con desesperación y fuerza cepillé mis dientes, una y otra vez hasta que las encías comenzaron a doler.—¿Se puede? —oí una voz femenina acompañada de un ligero toque en la puerta.
—Sí, adelante.
—Traje esto, te ayudará —extendió una botella de enjuague bucal.
—Gracias.
—Soy Aiko —se apoyó en el lava manos.
—Atlas —respondí llevándome la botella a la boca.
—Verás, el Don quiere verte.De repente mi corazón comenzó a latir con rapidez.
—¿Sabes para qué? —pregunté
Aiko negó con la cabeza.
—Te acompaño.
Agarró una de mis manos y me llevo hasta el Don.
Aiko.—Suerte —susurró a mi izquierda.
Suspiré y decidido abrí la puerta.
—Don, hice lo que el cliente me pi...
—¿Te has aseado?
—No me a dado tiempo.
—Niño, siempre que vengas aquí tienes que estar limpio. Qué sea la ultima vez.
—Sí, Don —asentí.
—Desnúdate —ordenaste para seguidamente beber de tu vaso y darme la espalda.Comencé a despojarme de la poca ropa que llevaba.
—Ya —avisé.
—Bien.A
briste la puerta y entró un señor con una enorme cámara junto a tres chicos.
Tú saliste con semblante serio, ni siquiera me miraste.Yo no formulé palabra. Entendí que era inútil pedir piedad.
Desnudo y con frío me arrodillé.
Desnudo y con frío.No sé cuánto tiempo pasé ahí dentro. Era interminable. El flash se había disparado suficiente. ¿Qué más quedaba?
Volviste y me alegré tanto. Esto por fin había terminado.
—Las fotos las quiero listas para mañana —ordenaste al fotógrafo—. Niño ve a asearte, tienes otro cliente.
Aquella alegría se disperso al oírte. No había ni una pizca de remordimiento en ti.
—¿No me has oído? Rápido —te dirigiste a mí.
Recogí mi ropa y me levanté como pude.
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Atlas
Teen FictionAtlas, un chico de veinte años que huyó de su hogar y dio a parar en la calle. Aren Pusett, quién lo recogerá para darle una "mejor vida". AVISO: esta historia puede contener escenas fuertes!!