Capítulo 12

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La luz del día me despertó porque no estaba acostumbrada a ello. Era de las que dormía siempre a oscuras, con la persiana bajada, ¿Quién podía despertarse con los rayos de sol? Eran molestos.

Intenté moverme, pero una fuerza me sujetaba ala cama. Así como bajé la mirada tras intentar enfocar, confirmé esa fuerza:

Alarick me abrazaba con fuerza, como si fuese a escapar.

No le gustarían las relaciones ni las cosas empalagosas, pero por las noches no había quién le apartara de mí. Ahogué una risa ante el pensamiento.

Aunque debía reconocer que me gustaba. Ya os aseguro que si alguien intentara raptarme por la noche, no lo lograría de tan fuerte que me tenía sujeta.


Con cuidado, tomé sus manos y las aparté delicadamente para no disturbar su sueño. Cuando lo logré, me levanté y le observé un segundo. Estaba dormido como un tronco y con esa sonrisilla que siempre traía.

Bostecé y me dirigí al baño. Me paré frente al espejo y me observé.

«Menuda cara»

Resoplé. Gracias por recordarme qué tan mal me veo por las mañanas, conciencia.


Me lavé la cara y entre los cajones encontré un cepillo. No tenía muchas cosas aquí, aunque no era de extrañar. Él ya no vivía con ellos.  Me peiné un poco, adecentándome, y me até el pelo en un moño. Bueno, tendrían que lidiar con esta cara.


Pensé en esperar a que despertarse, pero la verdad era que tenía hambre. Así que me armé de valor y le dejé descansar. Salí de la habitación despacio, echando un vistazo antes.

Ni un sólo ruido. Parecía que todo el mundo seguía durmiendo. ¿Y ahora qué?

Insegura, avancé sin hacer mucho ruido. No recordaba muy bien dónde estaba la cocina, pero ahí íbamos; camino a encontrarla.

Bajé las escaleras y tuve que decidir entre derecha e izquierda. Cerré un ojo, intentando recordar en qué lado estaba, pero no hubo forma. Sacudiendo las manos, opté por la izquierda. Tan pronto comencé a caminar oí un ruido.

—¡Pssst!

Me giré.

—¿Dave? —dije en voz baja. Él estaba en lo alto de las escaleras y bajó deprisa hasta mí—. Al fin, alguien despierto. No recuerdo dónde está la cocina.

—Buenos días a ti también —anotó.

—Perdón —apreté mis labios un segundo. Le revolví el pelo—. Buenos días, enano.

Se volvió a peinar con sus dedos y me miró indignado.

—Podría dejarte sin desayunar —amenazó.

—Tendrías que luego explicárselo a tu hermano —ataqué y me encogí de hombros.

Entornó sus ojos ligeramente, pero al siguiente segundo se agarró de mi brazo y me guio hacia la derecha.

Vaya, me hubiera equivocado.

—Siguen durmiendo todavía, es domingo—explicó mientras nos dirigíamos a la cocina.

—¿Y tú no descansas más?

—No tengo sueño. Además, es el único día que tenemos completamente libre y mis padres no se levantan temprano y empiezan a decirnos qué hacer.

Ahogué una risa. Alcanzamos la cocina y nos encontramos con una mujer de mediana edad.

—Buenos días, Dave —saludó ella dulcemente.

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Where stories live. Discover now