Capítulo 4: Verdades.

2.7K 169 73
                                    

¿En qué estaba pensando...?

Hiruzen Sarutobi, el Tercer Hokage, llamado también el "Profesor", no había comenzado el día particularmente bien. Tampoco había pasado buena noche, ni buena semana, ni buen mes.

¿Por qué? Porque su nieto adoptivo estaba por correr un riesgo a la hora de tomar los exámenes de chunnin y eso, sintiéndolo mucho, no le hacía especial ilusión. En el fondo era normal sentir rechazo a la idea de que alguien que has tratado de proteger toda una vida se lanzara de cabeza a una posible muerte, pero debía admitir que era parte de la vida. Nacer, crecer y morir. Y para Naruto era tiempo de crecer, por mucho que le doliera. Pero era inevitable pensar que no estaba preparado.

Recordaba aquella misma sensación a sus días como sensei de Jiraiya, Tsunade y...Orochimaru. Recordaba la profunda preocupación que sintió por los tres en sus primeros exámenes, preguntándose si habría hecho lo suficiente como maestro, si tendría que haber enseñado alguna cosa más, si debería haberle dicho a Jiraiya que dejara de pedirle citas a sus compañeras y se centrara en lo que explicaba. Eso y un millón de cosas más. Aunque grande fue su sorpresa cuando los tres lograron convertirse en chunnin al primer intento, incluso Jiraiya, por muy difícil que fuera de creer.

Desde ahí, sus vidas solo fueron a más y más altura. Cuando ganaron el título de sannin, supo que ya no tendría que preocuparse por ninguno de ellos más. ¿Para qué? Ellos solos podrían vencer a un ejército con los ojos cerrados. Ya no necesitaban al viejo saco de huesos de su maestro.

O eso creyó.

Si tan solo hubiera hecho caso a las sugerencias de Tsunade, su novio Dan podría haber sobrevivido y ella no se hubiera ido para siempre. Si tan solo le hubiera dicho a Jiraiya que dejara de viajar y se tomara un tiempo en casa, tal vez Minato y Kushina no hubieran fallecido en el ataque del Kyubi y, por ende, Naruto no se habría quedado solo. Si tan solo hubiera sido un apoyo para su alumna restante, tal vez no habría hecho aquellas monstruosidades.

Orochimaru. Esa chica siempre fue un misterio, incluso para él. Tanto talento, tanta inteligencia y hambre de conocimiento, tantas cosas que la hacían una entre billones. Ella era muy especial y lo supo en el primer momento en que la vio. A los cuatro años no jugaba con nadie de su edad en el patio de la academia, simplemente se quedaba sentada y miraba con una atención impropia de su edad a los profesores chunnin que se encargaban de su instrucción, lo que llamó inmediatamente la atención de dichos profesores. Cuando quiso comprobarlo por él mismo, su cerebro captó casi al instante su forma de andar.

Los chunnins, jonnins u otros ninjas que llevan tiempo en el oficio, como él mismo, tienen una forma característica de caminar. Caminan con una energía invisible que casi podías tocar. Ésa energía irradia seguridad, experiencia, cautela y desconfianza constante aún estando seguros de que estaban en un terreno seguro de ataques sorpresa. Entonces, de repente, se encuentra con que una niña pequeña había imitado a la perfección aquella energía y caminaba como si de otra sensei se tratara, observando todo y a todos. Siempre alerta.

Fue en aquel entonces que comprendió que era una señal, tanto para bien como para mal. Lástima que fuera, sobre todo, para mal.

Nada más enterarse de lo que había hecho, fue a su encuentro en donde la halló enfrente de una mesa de operaciones y simplemente...la atacó.

Pero cuando supo que ella había vuelto aquel día, una pregunta volvió a surgir del fondo de su mente. Una pregunta que le quitó el sueño durante mucho tiempo y que nunca pudo encontrar respuesta.

¿En qué estaba pensando... al ir a por ella para ejecutarla directamente en vez de preguntar, al menos, por qué lo hizo?

*EN EL BOSQUE DE LA MUERTE*

El sentimentalismo más bajoWhere stories live. Discover now