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Axozer contemplaba todo a una distancia prudente, fingiendo a momentos que estaba de acuerdo con lo que se desarrollaba a su alrededor.

A sus oídos no dejaba de llegar la palabra "guerra", inquietándole de mil maneras diferentes. Y sí, ciertamente se hallaba nervioso desde que todo comenzó, debatiéndose entre la fidelidad a su pueblo y a lo que su corazón dictaba con mucho más ahínco y emoción.

Las armas no paraban de repartirse entre todos, siendo facilitadas por el mismo Auron. Por ello, más pronto de lo que hubiera querido tuvo un arma entre sus manos, cargada y lista para disparar contra el enemigo; le costó más de lo que cualquiera podría imaginar controlar el temblor que le embargó, prefiriendo mantenerse al margen y no añadir un dilema más a la ya de por sí tensión que podía palparse en el ambiente.

─Deberíamos ir a por Genesis primero─escuchó la voz de Focus no muy lejos, reparando en su tono firme y decidido─. Quizás podamos alterar la coordinación de todos si comenzamos por él.

─No me parece mala idea─todas sus pequeñas esperanzas se fueron por el garete al oír la definitiva aprobación de Fargan, habiendo creído que podría contar con su apoyo al comentarle que no estaba muy de acuerdo con todo esto.

Aunque bueno, tampoco le sorprendía. Él nunca discreparía ante algo que viniera por boca de Focus, y menos si tenía permitido hacer de las suyas de por medio.

Sus ojos se desviaron hacia Auron, su tutor y alcalde, con el desaliento incrementando al ver lo determinado de su expresión, viendo un brillo que nunca antes había destacado con tanta fuerza, abandonando con ello la sola intención de hacerle saber sus dudas, sus desacuerdos con esta maldita guerra.

Los demás yacían metidos en sus propios asuntos, unos que de algún modo u otro acababan ligados a los del resto, formando unas barreras que Axozer ya no podría atravesar. Impotente y ocultando pese a su edad el miedo atenazándole las entrañas, acompañó taciturno a Auron y al grupo que le seguía, sosteniendo el arma en un agarre inestable, continuando de la misma manera cuando cruzaron por los portales y más cuando estuvieron a los pies de la aduana del pueblo tres.

Sintió que el estómago se le revolvía al escuchar el intercambio de balas, saliendo disparadas en todas direcciones y teniendo que buscar con el desespero medianamente a raya un lugar seguro. Finalmente, terminó agazapado en un montículo de tierra desnivelado, simulando ser una especie de improvisada trinchera. El eco de las armas liberando balas era ensordecedor incluso desde su punto, no queriendo imaginar la que se estaba armando en los alrededores de la cúpula.

Y es que tan ensimismado estaba en ello, que sin darse cuenta cometió el terrible error de descuidarse las espaldas, quedándose petrificado y sin aliento al sentir el cañón de un arma apuntándole directamente en la cabeza; la presión le dejó bastante en claro que tenía todas las de perder, y aún así sus manos -y contra todo pronóstico- se negaban a soltar el arma.

─Date despacio la vuelta, niño prodigio─escuchó una voz que le resultó vagamente familiar, confirmando al dueño de ésta al obedecer y toparse con unos ojos verde agua, recordando haber oído del cuervo algo de aquel híbrido lobuno. No obstante, cualquier información del pasado no le servía de mucho ahora, sintiendo los latidos retumbando en sus oídos─. Qué extraño, no? se te conoce por ser escurridizo, y ahora estás precisamente aquí, desprotegido.

Dess pronunciaba cada palabra con una sinuosa suavidad, siendo más que consciente de que a quién tenía enfrente no era más que un niño, uno que portaba un arma a sus plenos quince años. Su dedo rozaba el gatillo, notando lo pésimo que Axozer intentaba esconder el temor, el pánico de caer al suelo con una bala perforándole el cráneo.

Estridente | Karchez x AxozerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora