Miradas que matan

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Eugenio llegó a casa cuando su hijo ya había tendido una parte de ropa, al entrar a su pequeño departamento vio la sala ordenada y muy limpia, tal parecía que su hijo estaba empeñado en demostrar que no estaba jugando en cuanto a probarse como un adulto funcional.

—Buenas noches, —Emilio escuchó la voz alegre de su pa', —hola pa' buenas noches, estoy en el cuarto de lavar, —Eugenio dejó su pequeño maletín en su recámara, se desfajó y se puso sus pantuflas de Wippo moradas, regalo de Emilio el día del padre, —ya voy a verte hijo, —al pasar al baño para mear vio que este estaba debidamente aseado y ordenado, un suspiro satisfactorio salió de él, no sólo mear en casa era placentero, sino ver el baño limpio lo era también, —veo que has estado ocupado, —Eugenio se recargó en la puerta, viendo a su hijo tender una tanda más de ropa.

—Sí, he visto que toda mi vida he sido un maldito haragán, —Emilio sonrió a su padre quien lo observaba curioso.

—Bueno tampoco seas tan duro contigo mismo, más bien has sido un tipo bastante despreocupado.

Emilio sonrió por el adjetivo tan indulgente de su padre, —vamos a cenar, ambos salieron del cuarto para ir a la pequeña cocina, mientras Eugenio se sentaba frente a su hijo Emilio sacó dos platos y sirvió la cena, —¿agua?, —preguntó Emilio.

—agua me parece bien, y entonces, ¿cómo te fue en el trabajo?

Emilio le platicó a su padre los pormenores de su primer día.

—Entonces ¿conociste a Jorge?

Emilio masticaba la tierna carne, —sí, fue amable de hecho él me acercó a la estación del microbús.

Eugenio levantó la ceja con suspicacia, —y lo hizo ¿por?,

Emilio sonrió con una muy falsa inocencia, —porque lo invité a salir, —el joven disfrutaba molestar a sus padres más cuando le cuestionaban.

Eugenio hizo un gesto de ironía, —no te hagas al listo.

Emilio satisfecho con la reacción de su padre se carcajeo, —pa' tranquilo, claro que no hice tal cosa.

Eugenio tomó un poco de agua, pero su vista no se apartaba de Emilio, —solamente pasé para agradecer la oportunidad que me está brindando y él iba de salida, entonces coincidimos, eso fue todo.

—Eugenio soltó un suspiro aliviado, —Emi, sólo ten cuidado, Jorge es bien conocido por ser un cazador, el no busca algo serio y nunca te tomaría a ti más que para... —un ligero y tierno rubor cubrió el rostro del hombre de cuarenta y cuatro años.

Emilio sonrió con ternura, —tranquilo pa', —tomó la mano de su padre tratando de tranquilizarlo, —soy virgen pero no estoy urgido buscando a cualquiera para abrirme el asterisco.

—¡Emiliooo!, —el avergonzado grito de su padre y la subsecuente carcajada de Emilio sonó en el pequeño espacio.

Jorge llegó a su lujosa casa en la zona privada, cansado y de mal humor se dejó caer en un bonito y moderno sofá. Recargándose en el respaldo del sillón y estirando las piernas suspiró mientras se masajeaba el puente de la nariz. Su día había sido excelente, su padre lo había llamado para felicitarlo por lograr que los demás socios accedieran a vender sus acciones, años de duro trabajo por fin daban un fruto, eran dueños de todas las acciones. El padre de Jorge, Alberto, sonaba complacido, uno de sus grandes temores era que su libertino hijo fuera un fracaso en los negocios, pero ahora veía que el fracaso era él, por no haberle dado la oportunidad antes, su hijo era bueno en los negocios, de hecho sabía que era accionista de algún club nocturno, su muchacho era exitosos por mérito propio.

Switch, Serie BDSM ÚLTIMO LIBRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora