Un Nuevo Amanecer

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La guerra había llegado a su fin, el reino entero comenzaban a sumergirse en una calma triste y melancólica.

El rey de los dragones, Bakugou, aún sobrevolaba los aires en su leal compañero; cauteloso, observando cada tramo de las bastas tierras en busca de enemigos o soldados que se hayan quedado atrás heridos. La destrucción aún podía divisarse a cada paso, en el aire aún podía percibirse un poco de miedo y angustia y por si fuera poco, la celebración del Yule se acercaba.
El príncipe Shouto sopesaba en su habitación las probabilidades de hacer un festejo con el reino entero, una celebración que levantara la moral de sus súbditos, sin embargo, estaba demasiado indeciso. Quizá pensarían que no tendría respeto por los recientes y numerosos muertos durante la guerra, pero, por otro lado, quería entregar alegría en fechas tan importantes.

La puerta sonó, los pasos del príncipe se detuvieron justo en el punto medio de aquella gran habitación mirando hacia donde provenía aquel ruido.

—Adelante.

No demoró en ver unos cabellos verdes, ojos grandes y algunas pecas. Sonrió.
Midoriya era el consejero real pero sobre todo, era el mejor amigo de Shouto desde que eran apenas unos niños.
La angustia que comenzaba a llenar la habitación desapareció casi por completo después de ver la radiante sonrisa que el peliverde le regalaba e incluso los hombros de este parecían deshacerse de una carga invisible pero enorme.

—Sabía que estarías aquí —dijo —Bakugou quiere hablar contigo.

La sorpresa pareció haberse reflejado en los ojos con heterocromia puesto que no tardó en escuchar una suave, casi imperceptible risa divertida por parte de aquel joven.

—¿Qué es lo que Bakugou quiere? No... No son malas noticias ¿verdad?

Sabía que no era bueno escondiendo sus emociones, al menos no después de todo lo que había pasado en los últimos años, la preocupación salía a flor de piel, era casi tan palpable como el chico que se había colocado frente a él.
Midoriya tomó los hombros ajenos dejando escapar un suspiro, no de exaspero, ni siquiera de cansancio, era más de compasión. A pesar de no haber sido un participe activo en el campo de batalla como lo fueron casi todos los que rodeaban al príncipe podía percibir en todos ese miedo y preocupación que ocasionaba el tan solo pensar que algún enemigo podría atacar de nuevo.

—No, no pasa nada malo -sonrió —, quiere hablar sobre los festejos que se acercan, eso es todo.

—¿Qué?

El ceño de Shouto se frunció ligeramente, no daba crédito a las palabras que estaba escuchando... El rey de los dragones, el imponente e invencible Bakugou Katsuki quería hablar con él sobre una celebración que, en años anteriores, se negó a compartir junto a los demás en el reino. Probablemente había sido Kirishima quien le había incitado en esta ocasión, ese joven solía ser bastante persuasivo con Katsuki, se conocían mejor que nadie en aquellas tierras y verlos volar, con el pelirrojo tomando su forma de dragon, era siempre un espectáculo digno de admirar.

—¿¡Cuánto más tengo que esperar!?

Esa estridente voz sacó una vez más a Shouto de sus divagaciones, tampoco demoró en ver esa rubia cabellera y ojos rojos como rubíes que le taladraban de una manera increíble.
Se miraron por unos momentos: la confundida mirada bicolor no podía competir con la feroz mirada rubí y sin embargo, le encantaba perderse en esta cada vez que tenía ocasión.

—Te pido una disc...

—Sí, sí —interrumpió Katsuki con un ademán —, a lo que vine, mitad-mitad real.

Sin miramientos, Katsuki se adentró en la habitación hasta toparse con una silla que se encontraba al lado de la gran ventana. La luz del crepúsculo entraba descaradamente a través de las ligeras cortinas dando una visión casi inhumana del rubio. Aquellos tonos y reflejos acariciaban la piel del chico que mantenía el ceño fruncido.

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⏰ Last updated: Dec 18, 2021 ⏰

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