Parte 1

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RACHEL JAMES

Central de la FEMF, Marruecos.

20 de mayo, 2025.

Camino por el oscuro corredor, mis pasos no se sienten, mi respiración es pausada y mi corazón late tan rápido que sería un problema si ellos lo escucharan. Tengo la ametralladora pegada al pecho mientras escucho atenta a mi entorno.

La oscuridad de la noche se hace presente, desconectaron la electricidad justo cuando la bomba explotó, perdí a mi escuadrón y no me responden por el comunicador.

El sonido de una puerta estrellándose a mi derecha me pone alerta y apunto hacia esa dirección con la ametralladora. Observo el panorama una vez más y de repente veo que sobre el piso se extiende una espesa neblina. Mi respiración se hace más pesada y procedo a avanzar lentamente. La luz de la luna entra por las ventanas y paredes derribadas. Veo a alguien a lo lejos y me escondo detrás de un escritorio.

―Sé que estás aquí, preciosa.

Detesto los apodos. Este tipo tiene los latidos contados.

Tengo que moverme rápido. «Piensa bien, soldado».

Estoy en la planta baja de un edificio corporativo, las paredes lucen frágiles, los ventanales están totalmente destrozados y su voz provino del fondo. Miro a mi izquierda y hay una salida limpia directo al galpón de enfrente. Inspecciono el lugar para ver si hay más enemigos, no los hay. El polvo en el aire me impide ver con claridad, me incorporo de detrás del escritorio y doy unos pasos, una bala roza mi mejilla. Maldito hijo de perra.

La tanda de balas no se hace esperar y corro hacia afuera del lugar, me resguardo detrás de un auto y disparo a mi objetivo. Tres impactos exitosos.

Pasan los minutos y espero alerta en mi posición, no hay más movimientos.

Escucho pausados aplausos a mis espaldas y por instinto apunto a esa dirección con mi dedo sobre el gatillo.

―Calma, gatita. No estoy armado ―el capitán Roberts alza las manos en señal de paz―. Estuviste excelente, James. Tal como lo dijiste, terminaste con el objetivo.

No contesto. Mi mandíbula está tan apretada que sería un milagro si logro modular algo. Tengo que aguantar un tiempo más, solo eso.

―Mi más sentido pésame, tu escuadrón fue tan inútil que los asesinaron a todos ―menciona sin una pizca de remordimiento―. Fallaste en entrenarlos.

―Con todo respeto, señor, dos días no son suficientes para preparar a un escuadrón de quince personas con un entrenamiento tan pobre ―mascullo con rabia, mi voz se escucha distorsionada por el enojo.

Roberts ríe condescendientemente y su mirada se endurece.

―Debería ser suficiente para ti, soldado estrella ―habla serio―. Quiero el reporte completo y detallado de este operativo mañana a primera hora en mi oficina. Quiero saber qué hiciste, cómo procediste y por qué lo hiciste de esa manera; adjunta diferentes maneras de ejecutar el operativo.

¿También quieres que haga tu trabajo, imbécil?

―Sí, señor ―me muerdo la lengua―. Permiso para retirarme.

Me mira de arriba abajo mordiéndose el labio inferior.

―Adelante.

Me doy la vuelta con mis manos cosquilleando, sosteniendo la ametralladora.


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