CAPÍTULO 3: Deducciones

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Noah

Ya había salido de clases. Ahora solo me faltaba una clase de Orientación. ¿Quién lo diría? Tenía mucho sueño, aunque el café ayudaba en cierto modo a quedarme despierto. Sí, soy adicto al café. Lo bebía a escondidas porque Leah me prohibía beberlo por ser dañino. Ahora que rompió conmigo, puedo hacerlo con tranquilidad. No supero la ruptura, pero estaré bien. O eso espero. No soy de esos que lloran porque estaban demasiado enamorados de la persona. Aunque sí, estaba enamorado de ella, pero nunca sentí lo mismo de ella.

Me dirijo a la cafetería para comprarme un espresso doble. Me ayuda a sentirme vivo, como dice mi hermano cuando bebe cerveza.

- ¿Bebes tanto café así? - dice una voz femenina que se me hace familiar. Volteo y es Clementine

- Oh, eres tú. - soné tan obvio. Tonto - Eh… sí, es mi dosis diaria por pasarme de hora así en la noche

- Ya veo. - aparta su mirada de la mía y pide un café con leche - ¿Quieres acompañarme?

Lo dice con tanta tranquilidad. Como si no tuviera pena de decirme. Digo, ¿qué chica no le daría pena pedirle a un chico que la acompañe a tomar un café? Ni yo pues.

- Claro, si quieres. - estúpido, te dijo que si querías acompañarla

No respondió. Supongo que leyó mi mente. A veces suelo ser estúpido, solo espero que no lo sepa. Nos sentamos cerca de la entrada. Hubo una especie de largo silencio. Ella me miraba, aunque volteaba cada vez que se la devolvía. Como que decidiré romper el hielo.

- Así que, ¿también estudias clases nocturnas? - pregunto

- Sí. Me la paso sola la mayor parte de mi tiempo en casa. Mis padres trabajan, así que decidí tomar clases nocturnas

- ¿Y qué haces en todo el día?

- Creo que lo sabes. Me ves prácticamente todas las mañanas

- Eso lo sé. Pero después del café, ¿qué más haces?

- Oh, bueno, a veces veo a mis amigos - se limita a decir, lo sé

- Sé que apenas hablo contigo y eso, así que no te sientas obligada a decirme

La verdad no sé qué hacía hablando con ella. Digo, es de las altas esferas. Por Dios, me siento como una pulga frente a ella. O más bien me recuerda a Pedro Picapiedras, que se vuelve chiquito cuando su jefe lo reprende. Así de pequeño me siento. Mejor le hablo de algo más común.

- Y, ¿qué estudias? - ¿Es en serio? ¿Lo primero que se te ocurre decir, Noah?

- Estudio Leyes - dice sin ánimos

- ¡Wuao! Eso es bueno. Leyes. - no veo que la emociona - No te emociona, ¿verdad? - le doy un sorbo a mi café ahora tibio

- Mis padres eligieron la carrera que estudiaría. Y yo… no podía negarme. Es lo que siempre han querido. Que su hijo o hija estudiara algo de la alta élite, o algo así.

- Te entiendo

- Adivinaré. Tú tampoco querías estudiar Literatura, lo que querían tus padres y en realidad querías ser barista. - vaya deducción

- Jejeje, es una buena deducción, chica. Pero no, no fue así.

- ¿Ah no? ¿Entonces…? - esperaba que dijera algo

- En primer lugar, ¿cómo sabías que estudio Literatura si no te lo he dicho? - se sonroja - Y en segundo lugar, mis padres querían que estudiara Medicina.

Clementine

Ok, esa pregunta no me la esperaba. Aunque fue tonto de mi parte mencionar que estudiaba Literatura.

- En primer lugar, solamente te he observado. No soy acosadora, ¿ok? - levantó sus manos en señal de rendición - Y en segundo lugar, ¿por qué querían que estudiaras Medicina?

- Okey, ignoraré la afirmación anterior. Y respecto a tu pregunta… - dudó - la respuesta tendrás que esperar. No suelto nada de mí a la primera persona con quien converso.

Okey, eso dolió. Pero no me importa. Algún día sabré qué hay en esa cabeza tan cerrada y sabré también quién es él. Dios mío, parezco la propia psicópata.

- Pero sí puedo deducir quién eres tú en realidad - añadió él

- ¿Ah sí? Pues sorpréndeme - decidí seguirle el juego. Dudo que sepa algo de mí.

- Bueno, para empezar, tus ojeras dicen que no duermes nada en las noches. Insomnio, ansiedad… ¿quién sabe? Tu cabello desordenado dice obviamente que no tuviste tiempo para peinarte. Apurada, llegabas tarde a clases, es comprensible. Me pasa todo el tiempo. Tienes cara de no tener muchos amigos. Mínimo debes tener como dos amigos, chico y chica, normalmente. La pequeña cicatriz que intentas inútilmente ocultar con la manga de tu camisa indica que te autolesionas. O un gato te arañó, pero no tienes uno. A menos que te hayas caído de niña. Tus labios indican que nunca has besado a alguien y que deseas besar a alguien ahora mismo. ¿Me equivoqué en algo o voy bien?

Literalmente me quedé boquiabierta. Todo, y digo todo, era cierto. Creo que Cupido ya hizo su trabajo en flechar mi corazón. Eso de la autolesión, se los diré más adelante. No es importante ahora.

- ¿Eres una especie de brujo o qué? - bromeo

- Veo mucho Lie to me, aunque solo sacaron tres temporadas. Solo que no aprendí a detectar si alguien me miente o no. Tendría que estudiar Psicología o algo así.

Tengo que decirle algo. Sé que es muy apresurado, pero quiero intentarlo. Mi corazón se vuelve como loco cuando lo veo. Tenerlo frente a mí… parece un sueño del que no quiero despertar.

- Noah. - digo con nerviosismo y él me mira después de darle un sorbo a su café. Ya el mío debe estar frío - Me preguntaba si podíamos, no sé, ir a comer algo algún día. - él se quedó muy serio y frunce el ceño.

- Normalmente el chico es quien se atreve a invitar a la chica. - se acerca lentamente - Y temo que mi respuesta será no, Clementine.

Okey. Mi corazón se está arrugando demasiado.

- ¿Piensas que, porque eres rica, me invitarás así nada más? No me conoces en absoluto. Si acaso hemos cruzado miradas en el Café y te he atendido. Es lindo de tu parte, pero creo que no aceptaré. Trabaja para que llegue a aceptarlo, ¿sí? No soy el chico cualquiera que acepta algo solo porque se lo ofrecen. - termina de tomar su café, deja un billete de 1$ y se levanta - Que estés bien, Clementine. Llego tarde a Orientación. - luego se va

Eres una estúpida, Clementine. Pensé que invitarlo sería fácil. Pero él es… difícil. Sí, me rompió el corazón que no aceptara. Pero no pienso rendirme. Él me gusta, y quiero conocerlo mejor. Esto será algo difícil de hacer. Pero creo que valdrá la pena.

Entre amores y riquezas [EN CURSO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora