Capitulo IX

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Lucy no fue capaz a dormirse en ningún momento, sus nervios estaban por el cielo, lechuzas llegaron en todo momento para cubrir el percance que había ocurrido en el ministerio, tanto ella como Noah se quedaron con Harry y los Weasleys por orden de...

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Lucy no fue capaz a dormirse en ningún momento, sus nervios estaban por el cielo, lechuzas llegaron en todo momento para cubrir el percance que había ocurrido en el ministerio, tanto ella como Noah se quedaron con Harry y los Weasleys por orden del ministerio, pero tan pronto como los dejasen en la Madriguera tenían que ir directos al ministerio. 

— Lucy –El señor Weasley la llamó–. Voy a despertar a los chicos para irnos. 

Todo fue unos minutos, el señor Weasley despertó a todos sus hijos y a sus invitados, mientras Lucy y Noah usaron la magia para desmontar las tiendas, dejando aquel camping lejos y esperando que las malas memorias se fuesen con ellos.  

— Vamos a aparecernos, todos vais a ir con uno de los adultos, Harry con Lucy –la pelirroja le sonrió a su sobrino, mientras él se acercaba a ella–. Hermione y Noah, Ginny y Percy, Charlie y Fred, Bill y George, Ron, tú vienes conmigo. Nos vamos a aparecer en la casa directamente, no os mováis y no os despeguéis de vuestro compañero puede ser peligros. 

Harry agarró fuerte del brazo a Lucy, ella trato de visualizar lo más nítidamente posible la casa de los Weasley, donde tanto tiempo había pasado. Sintió un tirón y cuando abrió sus ojos vio La Madriguera frente a ella, y el eco de una voz conocida. 

— ¡Gracias a Dios, gracias a Dios! – Molly Weasley los aguardaba a la puerta de su hogar, mientras agarraba en sus manos un ejemplar ya muy estrujado de El Profeta, las pintas que tenía eran de haber salido de la cama, pero la pinta del grupo de personas que tenía en frente no era mucho mejor–.  ¡Qué preocupada me habéis tenido, qué preocupada!

La señora Weasley fue a abrazar a su marido, cuando El Profeta le cayó al suelo, Lucy lo pudo recoger y ver el titular de ese día, «Escenas de terror en los Mundiales de quidditch», acompañado de una fotografía en blanco y negro que mostraba la Marca Tenebrosa, que infirió en la joven tanto miedo y nerviosismo como la noche anterior. 

— Estáis todos bien –Molly empezó abrazar como locos a todos sus hijos, los ojos estaban rojos, seguro de haber llorado–. Estáis vivos, niños...

— Todos estamos vivos, Molly –habló Lucy, la señora Weasley le fue a abrazar, no sin antes quitarle el periódico de las manos. 

— Lucy, tú, no me quiero imaginar lo que sentiste –la señora Weasley le habló casi al oído, luego la soltó y miró hacia Noah–. Tú debes de ser Noah, que pena conocerte en estas condiciones –dijo para luego abrazar también al americano. 

Todos se fueron a la cocina, para desayunar algo rápido antes de irse al ministerio. El periódico había sido recogido por Bill que ahora se lo había dado a su padre. 

—  Lo que me imaginaba –dijo mientras leía el periódico–. «Errores garrafales del Ministerio... los culpables en libertad... falta de seguridad... magos tenebrosos yendo por ahí libremente... desgracia nacional...» ¿Quién ha escrito esto? Ah, claro... Rita Skeeter.

Lucy rodó los ojos, no soportaba a esa reportera, y no se podía deshacer de ella, la perseguía en busca de una jugosa entrevista que la pelirroja nunca iba a dar. 

— El desayuno esta genial, Molly y ha sido un placer conoceros –hablo Noah–. Y no es por ser maleducado, pero creo que Lucy y yo nos tenemos que ir al Ministerio, Harry esta a salvo aquí y los chicos están bien. 

— Volveré para verte antes de Hogwaers, Harry –Lucy le habló a Harry–. Mis vacaciones tienen pinta de haber sido revocadas, pero muchas gracias por la hospitalidad, ha sido genial volver otra vez aquí. 

Lucy se fijo en la mirada de Bill, que se había esperado que este reencuentro iba a ser seguro mucho más diferente de lo que había sido. 

— Ya sabes que esto es como tu casa, Lucy –la señora Weasley le contesto con una sonrisa. 

— Os voy a acompañar, chicos, algo habrá que hacer en la oficina –el señor Weasley también se levanto de la mesa. 

— Iré con vosotros –anunció Percy–. El señor Crouch necesitará todas las manos disponibles. Y podré entregarle en persona mi informe sobre los calderos.

No creía lo que estaba oyendo por parte de Percy, ¿cómo podía pensar en los malditos calderos en esos momentos?

— ¡Arthur, te recuerdo que estás de vacaciones! Esto no tiene nada que ver con la oficina. ¿No se las pueden apañar sin ti?

— Tengo que ir, Molly –insistió el señor Weasley. 

Lucy sabía que iba a ser caótica la situación en el ministerio, pero la cosa era mucho peor de lo que había pensado. Durante la semana siguiente, los dos aurores no pararon por casa, el único momento que tenían juntos era a la hora de dormir, y no era tampoco algo pacífico porque las pesadillas que Lucy había tenido durante toda su infancia y adolescencia habían vuelto, la marca tenebrosa había despertado en ella unos sentimientos horrorosos. El único momento de paz que la pelirroja tenía era cuando se despertaba por las pesadillas y Noah la abrazaba para tranquilizarla. 

No tuvo ni tiempo para saludar a su hermano y su familia que habían llegado de Francia hacía unos días, aunque intentaron sacar un poco de tiempo para cenar, lo más tranquilo posible, en familia.  

Lucy escucho como la lluvia golpeaba contra la ventana de la cocina, el olor era espléndido, Kathleen se había pasado la tarde cocinando para que cuando Noah y Lucy llegasen del ministerio pudieran cenar con tranquilidad y no tardar demasiado para poder echarse a descansar puesto que mañana era primero de septiembre, y Lucy había luchado por pedir ese día libre para acompañar a Harry. 

— ¿La cosa sigue complicada en el ministerio? –pregunto Daniel mientras se ponían a cenar. 

— Dan, no deberíamos hablar de eso, cambiemos el tema a algo más interesante y diferente, no creo que ellos quieran salir del trabajo y seguir pensando en ello –dijo Kathleen interrumpiendo a su marido–. ¿Ya tenéis alguna fecha para el enlace? 

Si Lucy hubiese estado comiendo algo en ese momento se hubiera atragantado de seguro. Se había olvidado por completo de su vida cotidiana, pero no de las dudas que habían llegado sobre su boda cuando visito la casa de los Weasley. 

— No hemos pensado en ello desde entonces, al menos sabemos que lo celebraremos aquí en Inglaterra –habló Noah. 

¿Lo celebrarían? ¿Realmente lo harían? Lucy tenía demasiadas dudas en su cabeza, pero quizás también era por todo el estrés que había tenido esta semana. No estaba nada segura de querer casarse ahora, no sabía cuales eran sus verdaderos sentimientos hacia Noah y muchos menos los que tenía hacia Bill. 

— Me encantaría hacerla en Godric's Hollow –comentó Lucy, quizás eso era lo único que sabía fijo, quería celebrar una boda similar a la de sus hermanos–. Como la tuya. 

— La casa esta en ruinas, Lucy, además no la podemos tocar, es de Harry, ya lo sabes. 

— Bueno, solo dije lo que me gustaría. 

Lucy no quiso hablar más durante toda la cena, sus ánimos no eran los mismos desde aquella noche y no tenía nada más que decir, no quería molestar y solo quería que meterse en la cama esperando que esa noche fue tranquila.

Hola, espero que todas estéis bien, yo por fin he vuelto con esta historia que tanto os gusta. Para motivarme un poco a mí y coger ánimos para los próximos capítulos, voy a poner una meta que cumplir para que yo actualice, nos preocupéis que nos va a ser muy alta. Por ahora espero que os guste este capítulo y cuando lleguemos a 30 votos, publicaré el siguiente.

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