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(Baji)

30 de diciembre

Regresamos a casa de mi madre después de salir de la comisaría. La adrenalina que sentíamos era increíble: dábamos brincos y sentíamos que flotábamos como si la emoción de ser liberado hubiera convertido el mundo en una gigantesca cama elástica.

En cuanto cruzamos la puerta, Pah-chin y Peh-yan intentaron saquear la nevera, pero no quedaron satisfechos con lo que encontraron.

—¿Flan de fideos? —preguntó Pah-chin. 

—Sí, lo hizo mi madre —les conté—. Siempre lo guardo para el final.

Mientras Draken iba al baño y Kazutora comprobaba sus e-mails en el teléfono, Manjiro entró a mi habitación. Sin ninguna intención libidinosa, simplemente para verla.

—No ha cambiado mucho —señaló mientras observaba las frases que había colgado en las paredes.

 —Pequeños cambios —respondí—. Hay frases nuevas en la pared. Algunos libros nuevos en las estanterías. Algunos de los lápices han perdido la goma de borrar. Y las sábanas se cambian todas las semanas.

—Así que aunque parezca que nada ha cambiado...

—... las cosas cambian continuamente, sobre todo en los detalles. Así va la vida, supongo.

Manjiro asintió.

—Es curioso que digamos eso: que así va la vida.

 —«Así viene la vida» suena bastante extraño.

—Pero a veces puedes ver venir el futuro, ¿no? Digamos que a veces incluso ves venir a un bebé.

 Examiné su rostro en busca de algún indicio de sarcasmo o maldad. Y tristeza, también busqué tristeza, o remordimiento. Pero lo único que encontré fue diversión.

Me senté en la cama y me apoyé la cabeza en las manos. Luego me di cuenta de que estaba siendo demasiado dramático y alcé la vista hacia él.

—La verdad es que no entiendo nada de todo esto —confesé.

Él me contempló.

 —Me encantaría ayudarte —afirmó—. Pero no puedo.

Ahí estábamos. En algún momento durante la versión casi infantil de noviazgo que habíamos vivido, yo había actuado como si pudiera llegar a quererlo, cuando en realidad solo me gustaba de manera moderada. 

—¿Podemos intentar ser maduros el uno con el otro a partir de ahora? —le propuse.

 —¿Quieres decir si podemos compartir nuestros fracasos e intentar sacar alguna lección de ellos? —preguntó Manjiro mientras sonreía.

—Sí, eso estaría bien —confirmé.

Sentí que necesitábamos sellar nuestro nuevo pacto. Besarnos quedaba descartado, y abrazarnos parecía un poco exagerado, así que le extendí la mano. Él me la estrechó. Y luego fuimos a reunirnos con el resto de nuestros amigos. 

⋆ ˚。⋆୨୧˚

Me preguntaba qué estaría haciendo Chifuyu, cómo se sentiría. Sí, todo era confuso, pero no se trataba de una confusión negativa. Quería verlo otra vez, de una forma en la que nunca había deseado verlo antes. 

Sabía que el cuaderno se encontraba en mis manos. Solo quería escribirle las palabras apropiadas. 

Mi madre llamó para ver cómo andaba todo. En el spa no había acceso a internet y no solía poner la tele cuando no estaba en casa. Así que no tuve que explicarle nada. Le dije que habían venido unos amigos y que nos estábamos portando bien. 

𝐭𝐡𝐞 𝐧𝐨𝐭𝐞𝐛𝐨𝐨𝐤 ♡ (𝖻𝖺𝗃𝗂𝖿𝗎𝗒𝗎)Where stories live. Discover now