capitulo I

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-¿Qué pasó? -me preguntó Nena con la voz entrecortada y suplicando una respuesta.

-Tranquila- le digo rogando que callé.

-De acuerdo, escuchen bien todos. Necesitamos movernos rápido, la puerta del local no aguantará más, ya le han vaciado varias cargas. De este lado -les indico el lugar con mi mano- hay una ventana sin embargo no toda podremos cruzar, por ejemplo yo - haciendo referencia a mi enorme panza de embarazada -así que, los que puedan pasar muévanse, del otro lado estarán seguros y los que no síganme. Esto es una cisterna, la profundidad es mínima, hasta yo choco con el cemento de pie, el agua es potable así que no teman.

Los disparos son incontrolables, uno tras otro, descarga tras descarga.

-Anda, ya métete ahí, es hora de afrontar mi karma. Que nadie intervenga, -grita para todos- solo vienen por mi, haci que mientras no intenten hacer algo estúpido todos estarán bien, recuerden lo, a quien quieren es a mi.

-Mi amor, ¿Estás seguro de esto?

Él asintió con la cabeza mientras yo me adentraba al agua y con un solo y último beso se despidió de mí, dejando su última muestra de amor en mi piel.

No podía verlo y aún así todo se proyectaba en mi mente, nuestro vínculo era tan fuerte que su agonía también fue la mía.

El zaguán calló por fin y ellos entraron, armados hasta el tope y con sonrisas siniestras, al parecer el patrón les pagará bien está vez. De un momento a otro todo fue silencio y los pasos de un hombre de bigote blanco entonaban el silencio.

-10 años sin saber nada de tí -pronunció con tranquilidad- y hace apenas 8 meses atrás me llegaron noticias tuyas, debo de admitir que llegué a pensar que la muerte ya te había llevado y que mi deseo de matarte yo mismo jamás se cumpliría, así que te felicito, te supiste esconder bien, pero ya te encontré y de mi ya no te escapas.

Y con esas últimas palabras el viejo le disparó a mi amado en el cráneo provocando una muerte rápida. Admito que tenía la esperanza de que el cartel lo secuestrara, así dándome tiempo de que mis bebés nacieran y yo poder ir a su rescate, pero toda esperanza se perdió cuando sentía la bala entrar a su cerebro, ¡Si tan solo hubiera podido usar mi magia! De seguro lo hubiera salvado, pero ya es tarde para eso.

Salí de la cisterna con la ayuda de 3 más y como si de un entierro se tratase, rodeamos al cuerpo sin vida de mi amado. Las lágrimas cayeron de los ojos de todos, menos de los míos. Todos le lloraban a su gran amigo, a esa amistad inigualable y única. Y mientras ellos sacaban su frustración, yo la guardaba para aquel que la provocó.

-¿Qué tienes? -me pregunto Nena.

-Nena -pronuncie con voz, apenas audible- tengo contracciones desde la mañana y...

-Tus bebés ya van a nacer -me interrumpe.

Y como si sus palabras fueran mágicas de mí cayó un chorro de líquido amniótico, seguido de eso comencé a sentir como un bebé se empujaba para salir.
Rápidamente dí la orden de llevarme a mi cuarto.

-Adair, sube al baño y abre la regadera, moderala a una temperatura un tanto alta.

-¿Por qué no, mejor, vas a un hospital? -opinó Zuriel.

-No tengo tiempo para eso, mejor ayúdame a subir las escaleras -le ordené. Las contracciones me dejaban sin fuerza. -Y una vez allá arriba, desinfectas las tijeras de la mesa y prepara algo de hilo ¡Aaaaa! -exclame de dolor- y también necesitaré unas toallas.

-¿Y yo, en qué te ayudo? -gritó una voz detrás de mí y con una delicada sonrisa le agradecí su presencia.

-En la cocina hay un pocillo con té, tráemelo bien caliente.

¡No tardo! (Editando)Where stories live. Discover now