CAPITULO 12

911 81 45
                                    

N/A: Mención de temas delicados como maltrato y violaciones. Si alguien sufre o conoce a alguien que sufra algún tipo de violencia familiar o de algún otro tipo, por favor acudan a las autoridades o busquen ayuda confiable, la violencia no es algo con lo que tengamos que vivir, tampoco es algo que debamos de soportar. 

|| LEVI ACKERMAN ||

Toqué la puerta de la habitación con mis nudillos y sus ojos celestes se alzaron hacia mí. Sus orbes era esa medicina que necesitaba siempre para bajar cualquier tipo de ira, desesperación, dolor o miedo.

Athenea tenía un cielo en sus ojos y verlos era como sentir la gloria.

Estaba sentada en la alfombra de nuestra habitación, no llevaba maquillaje en el rostro y el cabello lo tenía húmedo; la habitación olía a una mezcla de flores y canela, así que supe de inmediato que acababa de darse un baño.

Vestía unos short de satín con una blusa de tirantes, cuando no salía de casa vestía una pijama todo el día.

Me miró mientras me acercaba a ella, sus ojos brillando cada vez con cada paso que daba y con cada centímetro que se reducía entre nosotros.

Me senté frente a ella, nos miramos por un largo rato sin movernos, hasta que tomé sus manos con las mías y acaricié su dorso con mi pulgar.

—He fallado con las promesas que te hice en el altar hace años...— bajé la mirada hasta nuestras manos, porque era un cobarde que no podía hablar mirándola a los ojos— Nunca me importó la oscuridad que cargaras contigo, lo que habías pasado, lo que habías vivido... Quería... quería de alguna forma, darte luz, todo lo que no habías tenido, quería dártelo todo.

» Lo que no pensé fue que mi oscuridad también se mezclaría con la tuya y nos volveríamos esto que somos ahora. Jamás he querido hacerte daño, tampoco soy consiente de las cosas que hago cuando las hago, porque crecí así... crecí con destrucción, poder, caprichos.

» Tu y yo somos algo tan letal para nosotros mismos, que me jode a la vez que me reconforta, Athenea. Tu y yo no somos sanos para el otro, yo no soy sano para ti, pero soy el hombre más egoísta del mundo porque aún así, no pienso soltarte, no tolero la idea de verte feliz con alguien más.

Alcé mi mirada, ella me miraba atenta con su labio inferior entre sus dientes.

—Si vas a sufrir quiero que sea por mí, pero no por alguien más, no por el idiota de Bastian... Ese hijo de puta tiene los días contados, pero... necesito Athenea, que me cuentes toda la verdad.

Frunció el ceño, incrédula. Posiblemente no sabía de lo que estaba hablando, porque quizá no lo recordaba -o no quería hacerlo- debido al trauma, su mente se había bloqueado y mi lado maldito quería escucharlo de su boca.

Porque aunque no me faltaran razones para querer matar a ese hijo de puta que se hacía llamar su padre, necesitaba una más para que cuando lo tuviera enfrente, no me temblara la mano al despellejarlo vivo.

—¿De qué hablas?

Apreté su mano, dándole mi apoyo, porque lo que estaba a punto de decirle posiblemente la destrozaría.

—¿Tu padre te violó, Athenea?

Pude sentir la tensión en sus hombros, hasta sentí como apretaba más mi mano por el respingo de lo que había dicho.

—No.

—Athenea... debes de recordar.

Sus ojos se llenaron con lágrimas, se mordió el labio y negó con la cabeza. El primer paso para sanar, era reconocerlo.

𝕴𝖓𝖊𝖛𝖎𝖙𝖆𝖇𝖑𝖊 - LEVI ACKERMAN ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora