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Mejor. Quien vigilaba se sentía mejor, casi purificado, ahora que se había hecho justicia. Había sangre por todas partes y él absorbió el aroma con creciente placer, frotándose las manos teñidas de rojo, disfrutando de la cálida y húmeda viscosidad del líquido de la vida. Igual que la otra mujer, once años atrás, esta había merecido morir. Quien vigilaba clavó una mirada de deleite en la mujer que estaba inerte en el suelo. Yacía inmóvil, desgarrada y sangrante su carne, callada ahora, sin tratar ya de escapar. No sentía piedad alguna por ella.
Quien vigilaba se inclinó lentamente pare recoger las rosas rojas que serían su tributo al alma que partía. Con movimientos rápidos, las manos aún cubiertas de sangre, esparció pétalos aterciopelados sobre el cuerpo aún tibio.
Alhucemas para la primera, que había sido joven, aunque no inocente. Rosas levemente marchitas para esta otra.
Qué adecuado, pensó quien vigilaba, y puso fin a la tarea antes de esfumarse en la noche.

En el Verano (Camren Gip)Where stories live. Discover now