Final

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Aera y Hoseok llegaron al palacio imperial siendo recibidos por un séquito de sirvientes extasiados por la princesa.

La chica estaba impresionada por lo colosal que era, mucho más que el de Jungkook o el de la familia Kim que alguna vez conoció.

—Realmente es hermoso.

—Es todo tuyo.—Hoseok extendió sus brazos mostrando las maravillas de lo que es la Dinastía Jung.
Pero incluso los lujos ni los buenos tratos eran capaces de darle tranquilidad a la afligida princesa.

—Sabes que de ahora en más, velaré por tu felicidad, quiero que recuperes ese tiempo perdido que solo te causó dolor, y por eso, estoy dispuesto a darte lo que me pidas, y si realmente no estás cómoda en estas veintemil paredes puedes ir donde quieras, incluso si desearas correr detrás de ese príncipe.

Hoseok estaba siendo comprensivo con su hermana menor, pero ella negó.

—Me quedaré contigo hasta que él regrese por mi.

Ambos hermanos se abrazaron y prosiguieron con su andar por el palacio, donde sólo ellos dos habitarían en compañía de los demás sirvientes, pues los difuntos emperadores no serían capaz de vivir la dicha de volver a disfrutar a su hija.

[••••]

Aera.

Di vueltas en la gigantesca cama durante toda la noche, se sentía extraño pasar la primera noche lejos de Taehyung, con quien compartía mis sueños durante los últimos meses.

Definitivamente algo me faltaba, y era su calor.

No supe en qué momento de la creciente mañana caí profundamente dormida, abrazándome a mi misma en la desesperante tarea de obtener un poco de lo que tuve con ese jovencito de sonrisa encantadora. Pero aunque haya dejado atrás nuestro destino, mi mente se empeñaba a esperarlo en un acto de inconsciencia.  

El diáfana de un casi medio día me despertó, y me levanté de golpe corriendo hasta el balcón repleto de nieve, otro día donde el frio se colaría en nuestras vidas.

La puerta de mis aposentos se abrió mostrando el rostro más satisfactorio y sonriente de Hoseok, como si la felicidad lo rebasara tanto que fuese imposible ocultarla.

—Has dormido dos días desde que llegamos, creí que habías descendido al más allá.—Hoseok bromeó.

—¡¿Dos días?! ¿Qué no fueron como cinco horas? Sólo recuerdo que la primera noche no pegué el ojo y al final me rendí.

—Eso parece pequeña, pero vine a visitarte ayer y estuviste todo el día en estado inconsciente, me preocupé, pero el doctor dijo que tenías cansancio acumulado. Así que hoy haremos muchas cosas.

—Cómo cuales.

—Conoceremos todo el palacio, no te mostraré las zonas aledañas porque está nevando.—Hoseok hizo una cara de hastío. Bien parecía un tipo de miedo por la forma en como te mira, pero si compartes más tiempo te das cuenta de que es un ser humano muy amable.—Y no pienso congelarnos. Ah.—pausó como si recordarse algo muy importante.—¿Recuerdas que despedí a mi jefe militar?

—Sí.

—De acuerdo, conseguimos un nuevo reemplazo, y esta noche cenaremos con él para darle la bienvenida. Así que elegiremos nuestros mejores atuendos, no podemos darle una mala impresión. Es algo exigente.

 When a king loves Donde viven las historias. Descúbrelo ahora