Capítulo 23

1.6K 122 28
                                    

Desperté al abrigo de sus brazos, como siempre. Y era agradable volver a hacerlo.

Vale, habíamos dormido juntos la noche anterior, pero habíamos bebido y no era lo mismo.

Sin embargo, esa mañana, fue distinto. No habíamos dormido juntos desde que estuvimos aquí la otra vez, así que me permití disfrutar de ello mientras él seguía profundamente dormido.

Al final, logramos organizar la casa , por lo que Dave, Jack y Dalton durmieron juntos e increíblemente mi padre accedió a darnos el voto de confianza y dejarnos dormir a Alarick y a mí juntos.

No obstante, mi pequeño vaquero no quiso separarse de mí, por que al final tuvimos compañero toda la noche tras escabullirse del otro cuarto y venir al nuestro.

Al recordar qué día era, sonreí.

¡Hoy era nochebuena!

Me sentí como una niña pequeña; recordando todo lo que implicaba. Muchos dulces, comida casera de la buena, canciones, chimenea y jerséis absurdos a juego. Además de muchas locuras típicas en mi familia.

Vale, era cierto que no los veía a menudo, pero hacerlo en una de las mejores épocas del año lo hacía maravilloso.

Media hora más tarde, estando acurrucada entre sus brazos, decidí que ya era hora de levantarse.

¡Había mucho por hacer!

Tras adecentarme en el baño, me dirigí a la cocina y, como de costumbre, mi madre ya tenía la cocina patas arriba con todo lo que esta noche comeríamos.

—¡Buenos días! —saludé con entusiasmo yendo hasta ella y planté un beso en su mejilla.

Ella sonrió.

—Buenos días, Lu. ¿Cómo has descansado?

—Bien —respondí—, ¿Y papá?

—Sigue durmiendo. Ya sabes.

—Dalton y Alarick igual. Y por lo que veo, Dave y Jack también —comenté.

Suspiró.

—Bueno, va a ser un día largo —opinó—. Déjalos descansar.

—Sí —dije, yendo a prepararme una taza de café—. Además, he de ayudar a la mejor cocinera honorífica, como cada año.

Ella rio por el cumplido.

—Pues hay mucho por hacer —me apuntó con el cuchillo que estaba usando—. Como hay invitados sorpresa, ha habido cambios de última hora.

—Pero si siempre sobra comida, mamá.

—Pues te la llevas a Nueva York —sentenció—, ¿Te crees que no sé que te alimentas de toda esa comida basura para llevar y precocinada que tanto te gusta? —enarcó una ceja, mirándome.

Bufé, apartando la mirada.

—No es basura —mascullé contra la taza de café y di un trago.

Oímos unos pasos, para segundos después ver a Dave entrar en la cocina. Le sonreí.

—Buenos días —saludó mi madre.

—Enano —dije—. ¿Cómo has descansado?

—Buenos días —saludó sin mucho afán—. Horrible. Jackson no ha parado de moverse.

Tanto mi madre como yo reímos.

—Bienvenido al mundo del proletariado —me burlé, alzando mi taza.

—No seas burra, Lua —frunció el ceño mi madre.

—Oye, no es mi culpa que esté acostumbrado a camas divinamente cómodas y desayuno de diamantes.

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora