Bajo el cielo del Sur

CAPÍTULO 25

[Hay calles sentadas,
despedidas,
silban en
el pasado que vendrá

Juan Gelman]

Estábamos cenando en la cocina, habíamos pedido pizza porque nadie quería cocinar

- Deberías empezar en desarmar este departamento, vender los muebles o donarlos- dijo Martín

Era nuestra cena semanal junto a Alejandra, luego de sus ensayos. A él solía verlo un par de veces más durante la semana; a veces almorzabamos cerca de su trabajo, a veces me acompañaba a pasear a Sacha, alguna vez fuimos a tomar unos tragos, otras al cine. A ella solo la veía en nuestras cenas semanales

-Me estoy yendo, Martín- le contesté- Terminó con todos los trámites y me tomo el primer avión-

-Hace semanas que decís lo mismo y nunca terminas con los trámites, si no lo haces ahora lo tendrás que hacer en unos meses o el año que viene, o el otro. Pero en algún momento vas a tener que desarmar esto-

Martín abrió los brazos señalando alrededor

-Dispones de tiempo ahora, hacelo ahora y cuando te vayas te va quedar una cosa menos pendiente en Buenos Aires-

Martín estaba en lo cierto, tenía que resolver que iba a hacer con todas las cosas. Acepté

Me pidió permiso para revisar un poco y nos quedamos con Alejandra en la cocina levantando la mesa y levantó todo. Volvió minutos después

-Hay mucho olor a encierro- dijo

Era lógico; yo solo abría las ventanas del living, pero era preciso ventilar el resto de la casa

-También hay muchos libros- comentó

Por supuesto, me había olvidado del escritorio. De niño me encerraba a allí a leer viejas enciclopedias

En ese momento creí tener las fuerzas para ponerme a desarmar todo, para enfrentarme una y otra vez con cosas del pasado.

Estaba secando un plato de espaldas a ellos. Sentí una mano que me apoyaba, suave, en mi hombro. Creo que me quedé paralizado unos segundos

-Nosotros te ayudamos- dijo Alejandra- Tranquilo. Y si no hay puertas que no querés abrir, te ayudamos a dejarlas cerradas-