EPÍLOGO + PRELUDIO

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Le miré, insegura. Él volvió a reír.

—Lua, que tan sólo es un cepillo de dientes.

—Pero es que es mi baño.

—Ah, es decir, ¿Tú puedes tener tus cosas en mi apartamento, pero yo en el tuyo no?

Fruncí el ceño todavía más.

—¡Déjame! —resoplé—. Eres el primer hombre que ha pisado y habitado en esta casa, comprende que es difícil compartir mi santuario. Y ya bastante es que tengas tantas cosas tuyas por aquí y no te haya dicho nada.

A ver, no. No estábamos dando ese paso. No íbamos a vivir juntos. Todavía.

Sí, llevábamos ya dos meses, casi tres, juntos.

Y cohabitábamos, como ya habíamos hecho anteriormente, pero la cosa comenzaba a ir seriamente y para qué engañarnos, mi casa siempre fue como algo sagrado para mi. Por lo que darme cuenta de que prácticamente Alarick vivía en mi apartamento fue algo chocante para mí.

Pero tenía que dejar esa tonta inseguridad a un lado. Yo quería a Alarick en mi apartamento; verle cada mañana y despertar juntos.

Me rodeó por la cintura, desde atrás, y dejó un beso en la parte baja de mi cuello; desarmándome. Y continuó. 

—Entonces...

—Así no vale... —susurré, completamente perdida en cada beso que depositaba—. ¿Estás intentando chantajearme con besos?

—Y está funcionando —susurró contra mi cuello y continuó esa deliciosa tortura.

Acabé girándome sobre mis pies y rodeándolo por su cuello con mis brazos.

—Tú ganas.

Sonrió, victorioso.

—Siempre gano —aseguró y yo enarqué una ceja—. Menos en el futbolín.

—Eso está mejor —dije y planté un beso en sus labios.

Juntos, volvimos al salón.

—¿Seguro que no quieres ir a algún lado? —preguntó.

Negué. Se refería a las vacaciones de verano.

Tras regresar Celia a la empresa, efectivamente tal y como ella predijo, Victoria iba a ascenderme a mí también. Pero tenía que acabar el contrato actual y le pedí un descanso antes de reincorporarme al trabajo. Así que ahora tenía todo el verano por delante antes de volver al trabajo.

—La boda se acerca, Kaia tiene mucho que preparar y en cualquier momento me llama para pedirme que vaya a Austin a ayudarle.

—Pero si es en septiembre.

—Rick, qué poco entiendes sobre bodas. Una boda conlleva mucho preparativo, mucho estrés, muchos viajes de aquí para allá... Y no todos estamos forrados de dinero como otros, que se pueden permitir pagarle a alguien para que haga todo el trabajo.

—¿Eso ha sido una indirecta? —dijo, rodeándome por la cintura y atrapándome de nuevo.

—Qué listo es mi niño.

Me pellizcó en un costado y me quejé, indignada.

—Qué mala eres.

—Mmm... Y tengo que encontrar acompañante para la boda.

Enarcó una ceja.

—¿Es que yo no soy un buen pretendiente?

Moví la cabeza de un lado a otro.

UN TRATO Y POCO AMOR ✔ [ ¡¡EN PAPEL!!]Where stories live. Discover now