II

3.3K 418 82
                                    

Karina era la acompañante terapéutica de Jaemin, estaba con él cinco días a la semana, unas cuatro horas, la joven era muy amorosa, y le encantaba su trabajo, también le gustaba hablar al respecto y Jeno aprovechó eso para saber más de Jaemin y de su condición.

— Jaemin... ¿Él será así toda su vida? ¿Todo el tiempo? — le preguntó un día, estaban en el parque, habían salido a una caminata, sólo ellos tres, y estaban descansando un poco, Jaemin estaba en su mundo, como de costumbre, y hacia un rato se había metido en medio de un partido de fútbol y tuvieron que apartarlo antes de que lo golpearan con la pelota sin querer, el pequeño joven no se había dado cuenta de nada.

Rina suspiró, se ajustó un poco la cola de caballo que mantenía apartado a su largo cabello morado.

— Espero que no, sinceramente, él es muy disperso, y ya tiene dieciséis, esta grande, debería estar al menos un
poco mejor, para que las cosas sean más fácil... Ya casi es un adulto.

— Porque si él sigue así va a necesitar de alguien que lo cuide toda su vida- dijo Jeno—. Ni siquiera mira la calle antes de cruzar, moriría sin alguien que lo vigile todo el tiempo.

La chica asintió.

– Sí, pero él está muy difícil, es difícil de tratar... No se ha conectado con el mundo y creo que es porque nada del exterior le interesa, no tiene ninguna razón para estar fuera de si mismo.

—¿No es porque le da mucho miedo? Es por eso que no se relaciona.

>> Jae siempre dice que él ha confiado demasiado en quienes lo han abandonado que ya no quiere confiar en nadie más.

Karina negó.

– No, no, esa es una de las razones, y yo también lo pensé así al principio, pero es que Jaemin nunca ha tenido ningún interés, ninguna razón para querer ser parte del mundo.

>> Y una de verdad, no juntar cosas azules, no ver un programa de TV de estrellas.

>> Ellos encuentran una razón que los impulsa a mejorar, a salir adelante. A veces es que se dan cuenta que los demás crecen, se dan cuenta que sus hermanos mayores ya tienen un trabajo y una casa propia y ellos se quedaron atrás, después de eso ellos quieren intentar todo para hacer lo mismo, o lo que pueden.

>> Es cuando aparecen las crisis, las de verdad, las fuertes, esas que Jaemin nunca tuvo.

—¿Cómo es eso?— preguntó Jeno.

—Depende de cada uno. Ellos sienten una gran cantidad de ansiedad, y a veces huyen creyendo que pueden escapar de aquello, otras sólo se quedan en un lugar y se hacen pequeños, a veces se golpean. Pero siempre terminan llorando y gritando, pero mucho, gritan como si los estuvieran rompiendo por dentro.

Jeno se sintió asustado de solo imaginarlo.

—¿Y qué hay que hacer si eso pasa?

—Le decimos "Contención", sólo para ponerle una palabra bonita, normalmente los abrazamos con fuerza, y si es muy fuerte hay que tirarlos al suelo y apretarlos lo suficiente como para que no se puedan mover, ni golpearse, ni lastimar a otros, se cansan de pelear y es cuando se calman. Eso hacemos con los niños que tienen crisis, Jaemin es pequeño pero es muy grande para que yo pueda hacer eso con él.

—¿Y si somos dos?

Karina sonrió, le gustaba que otros se interesarían en temas tan fuertes y delicados como aquellos.

Tratar con personas con TEA, o con cualquier otro transtorno igual o más severo, no era para todos y muchas veces le dejaban todo el trabajo a ella, porque era la especialista.

sarang . . . ‹𝟹 | nominOù les histoires vivent. Découvrez maintenant