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— ¡Hola, cuñado!

Mark frunció el ceño, pasó su mirada del sonriente joven castaño hacia su hermana, quién rió como una niña.

¿Qué mierda le pasaba a Margarie?

— ¿Te vas a subir o no?

Escuchó la puerta destrabarse y subió a la parte de atrás de la patrulla.

— ¿Por qué te robaste el auto de tu trabajo?

— Porque puedo— respondió la pelinegra, encogiéndose de hombros.

— ¿Cómo has estado Mark? — preguntó Jungwoo con una sonrisa amable.

— Bien— asintió, sonriendo forzadamente al castaño—. ¿Cómo es eso de cuñado?

— ¿No le dijiste? — Jungwoo miró a Margarie, sin dejar de sonreír.

El rubio se preguntó si al chico no le dolería la cara de sonreír tanto.

— ¿Decirle qué? — preguntó su hermana, sin despegar la vista del camino.

— De que somos...

— ¿Somos? ¿Somos... Qué?

Mark rodó los ojos, acomodándose en el asiento trasero.

Entre Hendery al teléfono y aquellos dos no sabía qué podía ser peor, pero sí que preferiría estar acompañando a Haechan con su tarea o durmiendo.

— Nunca me pediste ser nada— dijo Margarie—. No somos nada.

— Bi-Bien... ¿Quieres ser mí... Novia?

— Claro— dijo la chica con simpleza.

Mark rodó los ojos con fastidio.

No supo hasta cuándo estuvieron así, pero al llegar al centro y estacionar la patrulla Mark comenzó a ver los locales de alrededor en búsqueda de algo que pudiera ser un regalo decente.

Vió un montón de locales de ropa, y no pudo evitar ver en las librerías los bonitos cuadernos, aunque negó para despejarse de la costumbre cada vez que veía uno.

— ¿No tienes ni idea qué le puede gustar?

Mark miró a su hermana un momento.

— Sé todas las cosas que le gustan, es que no encuentro nada que... Este a su nivel, que valga algo de lo que se merece, ¿Me explico?

Vió a Margarie morderse el labio para ocultar una sonrisa.

— Eres un cursi— dijo, y no pudo evitar reír un poco.

— Púdrete.

— Ahí está mí hermano— respondió la chica, con gracia—. Yo que tú, le compro algo que a todos les encanta.

Mark la miró esperando que continuara.

— Una cámara instantánea— dijo la chica—. Así toda bonita, de color rosa-

— El amarillo me gusta más— la interrumpió—, es nuestro color.

Por primera vez en el día, había tenido una buena idea de qué regalar.

— Pero son muy costosas— murmuró el rubio, con decepción—. No tengo tanto dinero para eso.

Desde que se había ido de la casa de su familia, Mark había vivido de algunos ahorros que tenía, y cuando se acabaron, Margarie comenzó a darle dinero, pero nunca le pedía demasiado, no quería aprovecharse.

— ¿Por qué te preocupa el dinero si al final lo pagaré yo? — dijo la chica.

Mark negó.

— No, está bien, puedo pensar en otra cosa.

— Calla, la compraré igual— dijo—. Como dices, Haechan se merece un lindo regalo, además, él me cae bien, no me molesta gastar en algo para él.

El rubio sonrió un poco, cálido por el gesto de su hermana.

Margarie tomó su brazo y comenzó a arrastrarlo, en búsqueda de la primera tienda de electrónica que apareciera.

LOUD «𝐌𝐚𝐫𝐤𝐇𝐲𝐮𝐜𝐤»²Where stories live. Discover now