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La infinita oscuridad del cielo, pese a la ausencia de estrellas daban un aspecto sombrío sobre el bosque...

Todo yacía tan natural como la brisa nocturna removiendo la copa de los más altos árboles, arremolineaba las hojas secas, e incluso el ruidito de pequeños animales, pero un sonido un tanto peculiar resaltaba entre los demás: Un remover desesperado e inquietante, al compás de sonidos de succión, de un masticar grotesco y gorgojeante.

Aquél desafortunado joven no pensó jamás, que su caminata nocturna habitual tendría final fatal, tras cruzarse en el camino de un ser despiadado.

Morbius mantenía su cuerpo sin una pisca de vida, estrechado contra un gran tronco entre tanto se alimentaba de su carne y drenaba toda su sangre en ángulo a su vena carótida. Se volvía cada vez más feroz y caníbal.

De pronto, un curioso destello que atravesaba el firmamento más lejano del ennegrecido cielo, lo cautivó, tanto que fue incapaz de continuar. Centró su atención en aquello que descendía a gran velocidad; brillaba con mayor intensidad, resplandeciendo sobre el paraje.

<<Una estrella fugaz">>, pensó, pretendiendo acabar y terminar de desgarrar el cuerpo sin vida que aún sostenía.

Pero entonces aquello que descendía impactó contra la tierra. Entonces hubo una peculiar explosión. Su cuerpo ennegrecido y endurecido se le contrajo por las ondas calientes en la fuerte brisa que penetró y sacudió el bosque pese al gran impacto.

No agusto con el reciente evento, Michael dejó a un lado el cadáver, y entre saltos colosales cargados de poder debido a su condición inhumana-vampirica sobre los árboles, aterrizó a pocos metros del accidente.

En dos destartaladas mitades, yacía dividido el pequeño avión. Michael sintió el impulso y se acercó, con cuidado a no tocar las llamas que ardían y que podrían causar una nueva explosión. Divisó dos cuerpos masculinos colgados inertes y sin vida sobre los asientos, sostenidos a penas con los cinturones de seguridad; uno era de aspecto mayor, el siguiente era adolescente, ambos atravesados por dagas de metal y vidrios.

Vadeó el avión en busca de vida existente, pero no hubo nada más que pedazos de más metal, asfixiante humo y destrozos desperdigados por doquier. Siguió un gran rastro de sangre hasta, agudizando su oído hasta que percibió quejidos forzosos y cercanos. Entonces su mirada nebulosa captó la silueta de un sobreviviente que se arrastraba lejos del desastre.

Se acercó sin pensarlo, y la joven mujer de cabellos claros exclamó un chillido de horror en cuanto Morbius se le presentó. Ahogo un grito y se arrastró exasperada. Entonces Michael la cogió del cuello sin pensar, y la levanto centímetros del suelo a dejarla a su altura.

—¡No! ¡D.... Déjame...! ¡Monstruo... —balbuceó en tono ya quebradizo.

El hueco agrandado al lado izquierdo de su abdomen consumía su vida rápido. Sus ojos azulados perdían brillo por segundos, Michael lo notó de inmediato, su corazón relentizandise.

La contempló, tratando de encontrar una pisca de compasión en sí mismo, en aquel antigüo científico que daba lo mejor de sí para salvar otras vidas. Más, ya no se sentía él mismo. Odiaba asemejarse a su antigüo amigo, Milo. Pero era una realidad... En su lugar, agrandó las fauces, dejándolas relucir cuan mortiferas cuchillas blancas a acercarlas a su cuello.

La moribunda mujer le pateó las rodillas con poca voluntad, tratando de arañarle la cara horrible. Morbius no lo pensó un segundo más, la mordió. Ella musitó unas últimas palabras, señalando un arbusto lejano tras de él...

—¡L-Le...igh...!

Y se desvaneció en sus fríos y endurecidos brazos.

Cuándo hubo terminado, Michael arrojó el cuerpo sin vida al suelo. Seguido de eso, se relamió los labios, pensando que había hecho una obra de caridad, al haberle quitado la vida a aquella mujer agonizante que no hubiera pasado de esa noche con semejante herida.

Acabó con su sufrimiento...

Un quisquilloso lloriqueo captó su atención enseguida. Sin perder tiempo se acercó al arbusto de dónde provenía, alerta de lo que de pueda encontrar, y quedó completamente desconectado.

—¿...M-Mami...? —jipeó la pequeña que se encontraba escondida entre las densas ramas, con apenas unos raspones en la sucia carita llena de hollín causados por el fuego.

Con el rostro neutro, Michael la alzó entre brazos. ¿Podría comer de ella también? Ladeó la cara, considerándolo. A fin de cuentas ya se había convertido en un temerario monstruo.

¿Cierto?

Para él mundo lo era.

Vil.

Asesino.

Despiadado.

Que en ocasiones terminaba por creerselo.

La pequeña, en modo reacción, se relajó contra él. No sentía miedo de su cuerpo oscuro, duro, frío, de sus colmillos voluptuosos, su rostro monstruoso y boca enbadurnada de sangre. Ello desencajó a Michael

<<¿Cómo no puedes sentir miedo de mí...?>>

En aquel trágico momento la pequeña pelirroja sintió protección. Tanto así que apegó la carita a su pecho, dejó de llorar al fin y cerró los ojos.

Por primera vez en mucho tiempo, Michael sintió un peso que le oprimió. Un rayo de culpabilidad atravesó su pecho. Había asesinado a la madre de esa pequeña indefensa. Ahora la huérfana se apretujaba contra él y dormía plácidamente.

Le generaba una sensación que no le agradaba.

Culpa...

Reaccionó contra sus nuevos ideales narcisistas, se deliberó de la coraza endurecida de vampiro, y volvió a su forma humana. No lo resistió y arropó mejor a la pequeña entre sus brazos contra su pecho cálido a evitar que se congelara, y la sacó del lugar.

 No lo resistió y arropó mejor a la pequeña entre sus brazos contra su pecho cálido a evitar que se congelara, y la sacó del lugar

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Morbius- {Hilos Del Destino}Where stories live. Discover now