Capítulo 5: Golpear.

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Capítulo 5: Golpear.

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Diana caminaba a su lado tan expectante como sí esperará que pasará algo interesante. Miraba las casas con tanta precisión que le parecía extrañamente divertido.

Ella había decidido por sí sola que los días en los que le daría clases se iría con él para ahorrar tiempo. Adiós a la idea de jugar videojuegos mientras ella llegaba.

Caminaron un poco más, diez o quince minutos, antes de llegar a su casa. Su hogar es de una sola planta con espacio suficiente para que tres personas vivieran en ella. Paredes de rojo pálido como algún tipo de dulce sin sabor. Un buzón como cualquier otra y un pequeño espacio de cesped verde entre la puerta principal y la acera.

Se revisó los bolsillos y del derecho sacó una llave con la que abrió la puerta. Sonrió y en un intentó de elegancia extendió la mano al frente, invitando la a pasar.

—Bienvenida a mi hogar.

—Gracias —contestó ella al entrar—. Tu casa es... Normal.

Cerró la puerta y se giró a verla con una ceja alzada.

—Es el cumplido más raro que he escuchado —dijo con los ojos entrecerrados—, ¿Esperabas que viviera bajo un puente o algo así?

—No, no, es solo que... —la Chica De Cabello Rosa Pastel dió una vuelta, volviendo a ver el lugar. Con una mueca nerviosa siguió hablando—, Pensé que sería más rebelde.

—¿Con graffitis y esas cosas? —preguntó divertido por la expresión de pánico de la chica—, ¿Que te hace pensar eso?

—No lo sé —contestó ella y con ironía se acomodó los mechones de cabello—, Tu cabello es largo, usas camisetas negras y te encanta el Rock pesado. Te has metido en una que otra pelea sin mencionar que tú nombre es Heavy ¿Que esperabas?

—¡Vaya primera impresión! —alzó las manos al aire sin preocupación y camino hacia la cocina.

—No —negó Diana. Arrugando la boca se volteó a verla—, La primera fue cuando pensé que eras chica.

Una carcajada salió de sus labios. Estaba tan acostumbrado a ese tipo de comentarios que ahora se los tomaba con humor, porque eso era lo que le causaba, diversión.

—¿No te gusta mi cabello largo? —la señaló. Hizo un fingido puchero mientras acariciaba sus propios mechones.

—Claro que me gusta, no seas tonto.

La Chica De Cabello Rosa Pastel se sentó en una de las sillas que rodean la mesa de la cocina.

—Hasta yo reconozco lo cuidado que lo tienes ¿Que tipo de shampoo usas?

Se sentó junto a ella cuando le pasó una cajita de jugo sabor manzana y se quedó con una sabor pera, obviamente. Le guiñó un ojo.

—Secretos.

Había pasado mes y unos días desde que eso empezó. Lo que quiere decir que esa cantidad de semanas ha estado conviviendo con esa chica. El tiempo la hacía más tolerable. Ahora podía asegurar que se llevan bien.

Ya no le envía mensajes cada tres horas porque contestarle o no, no era de gran importancia. Ahora lo hacía porque es divertido hablar con ella.

Diana tomó la caja de jugo que fue puesta frente a ella. Curvo los labios disgustada y la vió mirar su jugo por demasiado tiempo que parecía que la bebida explotaría. Y finalmente se dirigió a él.

—¿No tienes de otro sabor?

—¿No te gusta el de manzana? —Ella negó pasándole la caja. Suspiró aliviado, sintiendo más fuerte el lazo de cosas en común— A mí tampoco.

—Prefiero el naranja.

—También es rico —aceptó. Se levantó para buscar en la nevera—, Pero prefiero el de pera.

Cerró el refrigerador y frente a ella puso otra caja con diferente sabor, naranja. Comenzaron la clase cuando ambos tuvieron sus bebidas favoritas.

Quizás solo pasaron veinte minutos, pero fueron los veinte minutos más largos y aburridos que ha recordado.

—Voy golpearte con este libro sí te distraes una vez más —amenazó Diana con un grueso libro de matemáticas.

Movió la cabeza de arriba hacia abajo, diciendo sí. La explicación siguió.

Miró su lapicero. Pintaba azul. Le gustaba como pintaba. ¿Cómo sabría cuando la tinta se acabará si no era de esos transparentes? Pensó en qué debería comprar otro de repuesto, talvez uno negro y pensó en uno morado también cuando un libro se estrelló en su cabeza.

Chilló por el repentino susto. Los siguientes segundos del gritó fueron por el dolor. Se llevó una mano a la zona afectada y la vió con horror.

—¡Ay no llores, no fue tan duro! —dijo Diana como sí nada. Luego lo señaló con su tono amenazante—. No olvides que te lo advertí.

Nota mental: La Chica De Cabello Rosa Pastel sí cumple su palabra.

—Ahora continuamos.

Al día siguiente se dejó caer a la par de Dee junto a su almuerzo en La Banca De Colores Opacos. Ni siquiera se había sentando bien cuando el Rubio De Coleta Esponjosa ya le hacía burla.

—¡No te rías! —se quejó.

—¿Quien te golpeó?

—Una chica que me ayudará con matemáticas —contestó frustrado teniendo cuidado de no mencionar nombres. Peligroso los malentendidos.

Se llevó una mano a la cara. Arriba del ojo izquierdo tenía una gran marca, como un tipo de cartel que decía «¡Alguien ya golpeó aquí!»

—Vaya suerte la tuya —se burló Dee—, ¿Qué le dijo tu madre?

—¡La apoyó! —exclamó molesto. Dee volvió a reír burlón—, mamá dijo que yo solo aprendía a golpes.

—Comprendo eso de los golpes —habló el rubio de coleta esponjosa. Juraría que casi lo oyó gruñir.

Destapó su almuerzo, una manzana, la mordió y de reojo vió como Dee leía. Irónico, le encanta la manzana pero no en ningún tipo de jugo embotellado o en cajita.

Le dió risa su propio pensamiento.

Está era una de las pocas veces que veía a Dee comer. Solo eran unas galletas de chocolate que seguramente compró por ahí.

Más tarde se compraría unas. Algo dulce y con azúcar le ayudaría a sobrevivir a las clases de Diana.

También prestar atención ayudaría pero eso era tema aparte.

Declaración.Where stories live. Discover now