Narra Ferran
Si me preguntan cuan ansioso estoy por reencontrarme con mi adorable esposa, la respuesta sería que mucho, y no porque desee verla, es porque ella no desea verme a mí y eso me llena de felicidad, y al final no le queda de otra que conformarse. Echo un vistazo fugaz al abogado que camina a mi lado, recto y sereno mientras transitamos por el pasillo y nos acercamos a la sala de visitas. Por un momento había pensado que ninguno aceptaría tomar partido en esto, por lo que significaba enfrentarse a una mujer que hace hasta lo imposible por cubrirse las espaldas para mostrar su cara amable mientras esconde su verdadera y endemoniada naturaleza. Porque quiera o no Charlotte, hace que este asunto se vuelva un tema de cuidado donde a lo mejor soy yo quien debe protegerse de ella.
Hoy, después de aquel día en que ingenuamente pareció pisar en falso, nos volvemos a encontrar y no para planear cuando será por fin nuestra noche y viaje de bodas, sino para mirar en que terreno se encuentra cada uno. Estoy segura que ella desearía hacernos males, pero no puede. Su coraza parece tan dura que podría ser solo una ilusión fugaz y yo estoy feliz de ver cómo le han afectado sus pasos en falso. Por lo que ahora estamos en el mismo barco y mientras ella busca librarse de este embrollo, mi trabajo es impedirle que lo logre, porque ella debe pagar. La sensación es de estar ambos en un bote y cada uno con un remo, y mientras ella rema hacia lo orilla, yo remo emocionado hacia la parte contraria, así esta nos lleve a un despeñadero. Sonrío internamente por ese pensamiento. Nunca me sentí tan autodestructivo como ahora, y debe ser así para haber tomado con gusto el lugar de Eliot y dejarlo un poco aparte de este asunto en el que estamos envueltos desde el comienzo.
―Entonces no quiere que hable sobre la negociación de acuerdos ―el abogado dice y me suena a una queja.
Ha sido osado en aceptar representarme, pero si que ha puesto condiciones.
―Ya le dije que ese asunto quedará congelado de momento.
―Pensé que quería negociar un divorcio rápido.
―Es lo que ella quiere, pero no vamos a otorgárselo. No aún.
―Es tan extraño lo que pretende.
―No debería parecerle así, sobre todo cuando estoy casado con una asesina intelectual.
―Aún no prueban ello. Tampoco está en posición de decírselo a la cara, la injuria y la calumnia no le ayudarán a sus propósitos, y puede que ponga todo a su favor ―me alecciona o eso trata y yo sonrío negando con mi cabeza.
Me da la impresión de que realmente le interesa este asunto. ¿Por qué será? No lo sé, lo importante es que tengo a alguien con cojones y no se asusta ante esa bruja.
―Tampoco pienso alargarlo, será cuestión de tiempo, y solo le daré la libertad cuando su siguiente domicilio sea una celda de por vida.
El hombre suspira hondo y me mira de reojo. No dice nada más porque hemos llegado a la zona del penal donde tienen recluida a Charlotte, a quien le han concedido ―o exigido― algunos beneficios. Pasamos por varias revisiones hasta que nos guían a una sala de visitas aislada. Al llegar allí, ella ya se encuentra esperándonos con su abogado. Ambos se ponen en pie una vez nos ven entrar. Me emociona mucho ver que lleva ropa de rea.
―Hola mi adorable serpiente ―saludo y ella refunfuña frunciendo el ceño y los labios.
―Hasta que por fin llegas ―reclama.
―No estás en una mansión, querida ―le recuerdo y refunfuña audible.
―Lo que digas, cielito, ahora no perdamos tiempo ―masculla casi que ordenando que todos nos sentemos y empecemos el circo.
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Nuestro propio juego #4
RomanceEsta es la cuarta entrega de la saga juegos sucios, si quieres tener un contexto de la historia de Ferran, deberías leer las partes anteriores. "En el juego del gato y el ratón, dos corazones dañados se juntan, se tropiezan, se envuelven en un nuevo...