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Qué mal cumpleaños estaba teniendo Ron Weasley. Diamond se sentía muy culpable, pues el chico había sido envenenado por una botella de hidromiel. Ella y Draco supieron al instante cómo había sucedido aquello.

─Esto no es bueno─ le dijo ella, temblando de pies a cabeza─. Nada es bueno. Potter ya sospecha, Draco, y eso es muy malo.

─Tranquilizate primero─ dijo el chico─. Nadie murió, eso es bueno y malo al mismo tiempo. Weasley está bien.

Draco estaba casi tan nervioso como Diamond y le ponía un poco de mal humor tener que calmarse para que ella se calmara. De todas formas, no se lo iba a decir, pues entre los dos ella estaba peor. Sabía que estaba mal y que minimizaba sus propios sentimientos, pero era algo que a Draco poco le importaba.

─Perdón. Si, tienes razón─ dijo ella, entrelazando sus propias manos para intentar controlar si temblor. Sentía una fuerte presión en el pecho─. Solo tengo miedo.

─Si, me di cuenta─ murmuró el rubio, volteando a ver el armario.

Draco no notó el estado en que estaba Diamond. No se fijó bien en las señales que le estaba dando. No sabía que todo a su alrededor estaba comenzando a dar vueltas, que su corazón bombeaba con una fuerza increíble y no podía respirar correctamente. Se dio cuenta cuando ella comenzó a llorar por la desesperación que le causaba eso.

─Diamond, respira─ le pidió Draco, arrodillándose frente a ella y tratando de sonar calmado─. Concéntrate en mi voz, por favor.

Diamond intentaba, pero solo quería echarse a llorar. Su pecho subía y bajaba con rapidez. Sus manos se cerraron en un puño, clavando sus propias uñas en las palmas. Draco hizo que dejara de hacerlo y las sostuvo.

─Mírame─ le pidió con firmeza. Ella lo hizo─. Respira conmigo, ¿si?

Unos minutos después Diamond ya había logrado tranquilizarse. Mantenía su cabeza entre sus manos y Draco trazaba delicados círculos en su espalda y no le quitaba la vista. Odiaba verla así. Recordó cuando estaban en quinto y ella tuvo unos cinco ataques iguales antes de los exámenes. No era bonito. Madame Pomfrey siempre decía lo mismo, que era por estrés, que con una poción se le pasaba, que debería dejar de preocuparse por todo.

─Hay que terminar con esto de una vez, Draco─ su voz sonó amortiguada por sus manos.

─Lo haremos─ aseguró él sin dejar de sobar su espalda─. Primero debemos descansar. Hace tres noches que venimos quedándonos aquí hasta las cuatro de la madrugada.

Diamond se estiró. Sintió los huesos de su espalda estrallar y eso le provocó satisfacción. Estiró sus piernas y lanzó un bostezo. Draco no mentía. Las seis horas de sueño que solían tener años atrás se redujeron a tres y era alarmante. Al final del día siempre terminaban aguantando dolores de cabeza terribles. Las ojeras que tenían ambos adolescentes eran preocupantes para cualquiera.

En la mañana del partido de Quidditch entre Gryffindor y Hufflepuff, Diamond y Draco hicieron que Crabbe y Goyle bebieran poción multijugos para que vigilaran la Sala deMenesteres. Los chicos fueron convertidos en dos chicas de Slytherin.

─Me veo horrible─ se quejó Crabbe, que ahora era Mindy Ferguson, de quinto.

─Al menos tienes trasero─ dijo Goyle, viéndose en un espejo. Él se había convertido en Anastasia Gilbert, de sexto.

Diamond rodó los ojos ante aquel comentario e hizo que se pusieran en marcha. Draco y ella iban adelante. Se aseguraron de ir por los pasillos más desiertos del castillo. Detrás de ellos, Mindy y Anastasia iban quejándose y tenían expresión de resentimiento. De pronto los cuatro se detuvieron cuando notaron a Potter caminando en dirección contraria. Draco soltó una carcajada cuando lo vio. Diamond no entendió la gracia.

CONDENADOS | d.m ✔Where stories live. Discover now