Corazón Endurecido

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—Eijiro Kirishima. Oh, mi dulce Eijiro. Eijiro era muy fuerte y lograba alzarme en brazos como si pesase menos que una pluma. Con Eiji, me volví muy temeroso. Él era un sol. Incandescente. Tan brillante que temía que dejara de fijarse en mí para alumbrar a alguien más. Y yo, oh, idiota de mí, me callé esos miedos. Fue con Eijiro que aprendí a que llorar también es, como él diría, varonil. Casi me parecía pecado mojar con las lágrimas saladas los hombros y pecho de aquel sol. Pero me parecía aún más pecado que ese sol se llenara de lágrimas que empapaban mis hombros y pecho. Me sentía rabiar cuando Eiji entraba sonriendo falsamente para, tras abrazarle, romperse. Por Eijiro fue que me metí en más peleas. No lograba entender cómo podían herir a aquel ser de luz. Pero cada grito que recibí por él, mereció la pena. Eijiro me enseñó también muchas cosas. Como que la fuerza no lo es todo. Que los estereotipos son solo eso, pensamientos generales que oprimen a los demás. Que las etiquetas no eran necesarias para ser feliz. Eijiro me abrió los ojos y me hizo tener un sentimiento de calidez en el pecho. Él endureció mi corazón con palabras de aliento para que dejara de temblar ante el miedo.  Besó las inseguridades y las protegió.
Sus besos eran tan suaves como caricias.
Y sus caricias eran como los pétalos de las flores. A Eijiro le gustaban las flores, aunque no fue hasta Katsuki que aprendí a identificar sus significados. Sin embargo, con Eijiro, los significados no eran necesarios. Solo nos bastaba estar con el otro, en el campo, las flores a nuestro alrededor mientras él enredaba algunas en mi cabello. Las sigo conservando. Secadas y plastificadas entre las páginas de su libro favorito, que me regaló y que tantas veces leímos. El uno junto al otro. Tengo muchas flores de Eijiro entre esas páginas y todas las primaveras las miro porque Eijiro era como una flor. Hermosa. Fuerte. Frágil. Perfecta. Yo me sentía como una abeja, o una mariposa, lo que prefieras. El caso es que yo revoloteaba alrededor de Eijiro. Una mariposa alrededor de una flor. Un planeta alrededor del Sol.
Sin embargo, todo lo bueno terminó, y mi planeta se alejó de la órbita de ese Sol.
Eijiro se quedó con otro trocito de mi corazón.

Eijiro se quedó con otro trocito de mi corazón

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¿De qué te intentas ocultar? {BNHA}Where stories live. Discover now