Ojiazul

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"¿Recuerdas cuando nos conocimos? Dijiste que tendría lindos niños ojiazules

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"¿Recuerdas cuando nos conocimos? Dijiste que tendría lindos niños ojiazules."

August

Una sudorosa mujer rubia se encontraba acostadosa en su cama mientras intentaba poner su respiración en control, con su mano quito los cabellos sueltos en se encontraban en su frente.

La rubia se sentó en su cama para luego tomar una manta y ponérsela encima, la mujer envolvió su cuerpo desnudo en la manta y camino hasta el baño de su habitación.

Cuando llevo ahí la mujer cerró la puerta y se quito la manta de encima. La mujer se metió en su ducha y empezó a lavar su cuerpo.

Cuando la ojiazul salió de la ducha tomó una toalla y se la colocó.

La rubia abrió la puerta del baño y empezó a buscar ropa interior para ese día.

Derrepente la mujer escucho un bostezo, lo que la hizo voltearse hacia la persona acostada en la cama.

—Oh, buenos días, otra vez. —dijo la persona recostada mirando con una pequeña sonrisa a la mujer.

—Si, buenos días. Mira, iré a vestirme y cuando vuelva a la habitación tu no estarás aquí. Así que recoge tus cosas y vete. —se limito a decir la rubia mirado rápidamente al hombre en la cama para luego salir de la habitación.

La ojiazul se metió dentro de su vestidor y empezó a buscar que se pondría ese día.

La puerta de la casa se escucho abrirse y cerrarse rápidamente, la mujer puso una pequeña mueca en respuesta pero fue lo único que hizo, luego fue tomar una camisa blanca de manga larga, una falda hasta la rodilla de color azul grisáceo y una chaqueta que combinaba. Luego salió de su vestidor y tomó los zapatos que se encontraban en su sala de estar y se los colocó, eran color gris.

La mujer camino hasta su cocina y tomó su varita, la mujer dijo un hechizo a lo su desayuno y café empezaron a prepárese inmediatamente.

Sin esperarlo la puertas se volvió a abrir mostrando a una irritada pelirroja.

—¡No es justo! Apuesto a que echaste a ese lindo hombre apenas lo viste en tus cinco sentidos. Y yo apenas he tenido citas. —dijo la de ojos esmeraldas mientras dejaba sus cosas en el sofá de la rubia.

—No te desanimes Lily, tú eres muy hermosa. Algún encontrarás a un lindo hombre del que tu enamoradizo corazón elegirá, tendrán un noviazgo de ensueño, luego de un tiempo te casaras y tendrás una hermosa boda, después de unos meses te embarazaras y tendrán un adorable bebé. Para luego casi te maten y tengan algunos pequeños problemas, nada que no se pueda arreglar, hasta que tú... Ya sabes, eso. Y por eso te divorciaras, aunque él no lo sepa y crea otra cosa. Y luego vivirás en un enorme apartamento conmigo. Y mis trescientos gatos. ¿Mhm? ¿Te gusta el plan? —dijo la ojiazul mientras comía una triste tostada con mermelada.

—¿Por qué no se lo dijiste? Pudieron...

—No. No había nada que hacer. Él no merecía eso.

—Si, tal vez. Pero eso debiste dejar que él lo decidiera.

—Lily, ¿como? Él... Él merece tener a una persona normal, a alguien que pudiera hacer todo por él. Y no una loca.

—¡August! ¡No te llames así! Tú no decidiste eso. Nadie lo hizo, no puedes llamarte así. Tú eres una grandiosa bruja. Y aúnque debes llevar eso todo tu vida, igual no es tu culpa.

—¿Ah no? Dime. Como le llamas a una persona que tiene proyecciónes del futuro, y que es capaz de cambiar lo que suceda según sus acciones. Me lo dijeron muy claro, "O te alejas del amor y el riesgo será menor, o sigues en tu lugar seguro y el caos llegará". ¡Eso me dijeron! ¿Y adivina qué? Me fui, ya no sería la causa y el estorbo. Yo lo amo demasiado, nunca deje de hacerlo, pero no puedo tenerlo. No si su seguridad corre riesgo. Y todo gracias a esté maldito "regalo". —dijo la rubia con la cara llena de lágrimas. A ella le dolía, a más que a nadie.

A la familia de la ex-pelirroja tenían un particular problema, el heredero o heredera de la familia tendrá un regalo otorgado. Beneficioso o perjudicial, no importaba, la tía de la ojiazul: Maya Gray. Ella tenía una peculiar habilidad, podía ayudar a las personas emocionalmente, si alguna persona se encontraba triste ella ponía sustituir sus emociones, podía curar el dolor interno de la persona. Eso era algo bueno, pero al contrario de la rubia, ella tuvo la mala suerte de que se le consediera la habilidad de saber del futuro, pero solamente a ella se le podría dar la oportunidad de elegir. De saber lo mejor para ella y los demás. Y eso era una verdadera mierda para la ojiazul.

—Será menor... August, nunca dijeron que no habría daño, ¿cual sería el gran cambio? ¿Qué sería lo que tú no podrías hacer? Tus visiones cambiaron, desde esa noche, desde la caída de Voldemort tus visiones fueron diferentes. Antes no te decían directamente lo pasaría si hacías una u otra cosa. Pero esa vez, esa única vez que decidiste saber, algo cambió...

—¿Qué quieres decir Lily...?

—Digo, que tal vez en esa ocasión no fueron tus voces habituales las que te hablaron, si no, algo mucho más oscuro. —se limitó decir la pelirroja mirando cuidadosamente a la rubia.

James

Un inquieto azabache miraba a la ventana de su casa, justo a esa que daba al gran jardín trasero de la casa del hombre Potter.

El ojimiel miraba a su único hijo, a su único heredero, a su único recuerdo permanente de una ojiazul.

—¡Pichón! Ven.

El azabache menor miró por última vez su escoba antes de avanzar donde se encontraba su padre.

—¿Qué sucede cariño? ¿Por qué esa cara larga?

—¡No iré a Hogwarts!

El azabache mayor miro confundido a su hijo antes de preguntar.

—¿Y por qué no?

—No te veré siempre, ni a mamá. Tendré que estar la mayor parte del tiempo ahí, y solo los veré en vacaciones. Ni siquiera me gusta la idea de verlos una vez al año. Porque sería pasar unas vacaciones con cada uno.

El ojimiel miró con ternura a su hijo para luego ponerse de rodillas enfrente de él.

—Ay pichón, primero, eso no es una razón para que te pierdas la mejor experiencia de tu vida, segundo, nos verás siempre a mamá y a mi. Estoy seguro que ella te visitará los findes de semana en Hogsmeade. ¿Te acuerdas? —preguntó el hombre Potter a su hijo. A lo que el menor asintió en respuesta. —Bien, pues ella seguramente lo hará, y por supuesto que yo también. Y las vacaciones serán como siempre. Dos semanas cada uno. Tercero, te encantará tanto Hogwarts que no querrás volver después de ir la primera vez.

—¿Y si los extraño mucho?

—Pues nos enviaras mil cartas, de eso no hay problema. No te preocupes cariño. Te juro que ir a Hogwarts será una experiencia inolvidable. ¿De acuerdo?

—Si... Te enviaré muchas cartas.

—Bien, ahora. ¿Quieres que hagamos galletas?

—¡Si! Y de chispas de chocolate. Pero llamaré al tío lunático, porque ni tu ni yo sabes como hacerlas.

El pelinegro mayor soltó una carcajada en respuesta y asintió con la cabeza en respuesta.

Epifanía #1Where stories live. Discover now