'«A buey viejo, pasto tierno»'

644 60 12
                                    

𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔' 𝔗𝔯𝔢𝔦𝔫𝔱𝔞•

Y hay un dicho que sabiamente dice:

"𝑪𝒐𝒏𝒇𝒊𝒂𝒓 𝒆𝒔 𝒃𝒖𝒆𝒏𝒐, 𝒑𝒆𝒓𝒐 𝒏𝒐 𝒄𝒐𝒏𝒇𝒊𝒂𝒓 𝒆𝒔 𝒎𝒆𝒋𝒐𝒓"
...

El apuñalante y afanado hablar de las personas que pasaban en grupos y sub-grupos sumamente pequeños iba creciendo mientras que la rayita del minutero avanzaba con normalidad. Todo junto, mientras que brillo de los rayos del sol ni siquiera alcanzaba a calentar la más minúscula cosa, no tanto como en enero pero en algún punto se volvía álgido, al punto de hacer que los dientes titiritearan en una especie de protesta.

Era hipotéticamente la hora en la que la humanidad enloquecía a mediados de febrero, las 12 con 30 PM; esa hora marcó el flujo de altas probabilidades de embotellamiento vehicular. Dejando así, en particular que una persona quedará atrapada entre la multitud.

Una de las tantas hojas secas del gran árbol de Arce resbaló entre el aire, zigzagueante se mecía. Esa simple acción de movimientos naturales pudo ser suficiente para hacer perder la concentración de cualquier cosa, por supuesto, esa pequeña e insignificante (para algunos) hoja no fue de importancia para el atractivo hombre que acampaba debajo del gran semental.

Por ende, el viento la hizo posar con minuciosidad sobre unos azabaches y lacios cabellos, el dueño de dicha cabellera no lo notó. Siguió mirando hacia un punto fijo, y cuando se encontró con lo que buscaba, sonrió. No se movió o por lo mucho, hizo alguna actividad.

La suave risa que dejaron escapar las cuerdas bucales de aquel que se aproximaba fue suficientemente pacífica y genuina — Nos vemos mañana~ —se escuchó con verdadera simpatía.

Había valido la pena esperar en el glacial clima exactamente 120 minutos. Porque los fanales ónix que poseía el hombre cuyo corazón empezaba a delatar su emoción se concentraron únicamente en esa bonita figura. Figura cubierta hasta la médula por abrigos y ropas gruesas.

Las orejas de un inmaculado color blanco se tiñeron dulcemente de rosado, no sólo por la refrigerada temperatura, también, era el hecho de sentirse contento; feliz y sin dudas enamorado. Detallando las circunstancias eran anormales. Un hombre como él no podía parecer un chiquillo.

No obstante, allí estaba, esbozando una sonrisa pequeña que era cubierta por la bufanda azul marino enredada en su cuello.

Perdido en su alrededor el joven agitó su mano, sonriendo con auténtico agrado a un nuevo compañero de siclo universitario.

Pasó pausadamente un poco de saliva, sin percatarse de ser visto. Su lengua roja se atrevió a mojar los rellenos labios, quitando la resequedad sin mucho inconveniente.

Volvió su cabeza al ver que su compañero se alejaba. Fue en ese lapso de tiempo donde, Ipso facto​​, ambos iris chocaron. La peculiaridad con la cual sus miradas se dieron respuestas (saludaron) fue chispeante, electrizante. Perfecta.

No hubo una forma más pura de llamar amor a lo abstracto, sin dudas, se había vuelto tangible.
Una apasionada y a la vez etérea forma de transmitirlo sin ninguna acción.

La distancia se iba acortando y los rítmicos latidos de sus corazones empezaban a hacer un firme compás de armonía

— Aquí estás, hola — fue lo que una nube blanquecina de vaho trajo a través del viento, la apacible voz del hombre mayor destruyó el silencio que ahora ellos habían construido con su cercanía.

𒊹︎︎︎𝕀ℕ𝕋ℝ𝕌𝕊𝕆𒊹︎︎︎       ⚣︎𝚈𝚘𝚘𝚗𝙼𝚒𝚗⚣︎Where stories live. Discover now