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―¿Estás seguro de que está bien, Galan?

―Él está bien, Louis, sólo tiene unos cuantos cortes y rasguños. Necesita unos cuantos días en cama para descansar y recuperarse, pero el doctor dijo que está bien.

Louis frunció el ceño y se apartó de la ventana para mirar al otro lado de la habitación, hacia el segundo al mando de Harry.

Había pasado una semana desde que Derek atacó a Harry, y él todavía no había visto al hombre.

Durante la pelea, Galan lo había llevado de regreso a la seguridad de su pequeña habitación y puso guardias afuera de su puerta. Le habían traído comida, y un doctor vino a examinarlo, pero no Harry.

―¿Puedo verlo?

Deseaba desesperadamente ver a Harry, para asegurarse de que su pareja realmente estaba bien. Había visto la sangre, las heridas. Sabía que sus lesiones, eran más graves que unos cuantos cortes y rasguños. Le estaba matando por dentro que no le permitieran estar al lado de su pareja.

―Esa no es una buena idea, Louis.

―No, por supuesto que no ―susurró, mientras volvía a girarse para mirar por la ventana. En realidad, no estaba viendo nada, ni la nieve cubriendo las montañas o los campos de color blanco puro que yacían ante él. No veía nada más que los ojos llenos de odio de Harry. Dudaba que pudiera olvidarlos alguna vez.

―Vendrá a verte cuando esté listo, Louis.

Cubrió su boca para contener la risa histérica. Harry no iba a ir a verlo. Harry ni siquiera podía mirarlo. Ahora sería peor. Ya no podía esconder su condición.

Ya había pasado el tiempo suficiente, como para poder descubrir el sexo del bebé si es que realmente quisiera saberlo. En otra semana, sólo empezaría a ganar peso, mientras el bebé crecía del tamaño adecuado para nacer. Estaría tan grande como una casa. Y seguramente eso no lo haría muy atractivo a los ojos de Harry. ¡No!

Deseaba poder cambiar a su forma de conejo, pero el doctor le había advertido contra ello. A estas alturas del embarazo, podría lastimar al bebé. Sin importar cuanto deseara no estar esperando, no haría nada para lastimar a su hijo. Era todo lo que le quedaba de Harry.

―Creo que voy a tomar una siesta ―dijo, mientras bajaba su mano y se volteaba para mirar a Galan. Podía sentir los ojos del hombre observando cada uno de sus movimientos, y era enervante. Sentía como si Galan pudiera leer cada una de sus emociones.

El hombre era bastante amable, pero había una pizca de lástima en sus ojos, siempre que lo miraba. Galan era el único hombre que sabía todo lo que pasaba entre él y Harry. Le gustaba el tipo, pero no podía contener el resentimiento.

Galan también era su carcelero. ―¿Necesitas algo?

―No.

Esa era su constante respuesta, en estos días. Lo que necesitaba, no podía tenerlo. Lo que le ofrecían, no lo quería. Sentía como si viviera en una burbuja llena de algodón. Nada entraba, y nada salía. La mayoría del tiempo, ni siquiera sabía qué hora era.

―Tal vez después de que descanses un poco, podamos salir a caminar afuera, a conseguir algo de aire fresco.

Sabía que Galan estaba tratando de ayudar, de darle algún tipo de esperanza. Trató de darle una pequeña sonrisa, para dejarle que el hombre supiera que apreciaba el gesto. Sabía que había fallado, cuando Galan frunció el ceño.

―Vendrá a verte tan pronto como pueda, Louis.

―Sí, por supuesto.

Si Harry realmente quisiera verlo, habría venido antes. Pero no lo hizo, y él lo sabía. Si Harry estaba tan saludable y fuerte como decía Galan, entonces no había nada que lo mantuviera alejado.

Escamas y una colaWhere stories live. Discover now