Capítulo Único

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Últimamente ha estado pasando algo con Bruno. Ha estado actuando un poco... extraño, y no solo en su habitual "pasé diez años solo con las ratas" forma. Pese a no estar acostumbrado a la compañía, parecía disfrutarla después de reunirse finalmente con su familia. Pero recientemente había comenzado a evitar a todos, especialmente a Mirabel. 

Escuchó a su madre hablando con Abuela al respecto. "Temo que lo estemos perdiendo de nuevo" su madre dijo: “Ha pasado más de un año desde que regresó con nosotros.  ¿Por qué está actuando de esta manera ahora?” Abuela le aseguró que no pasaba nada, que Bruno era una persona complicada y atormentada, pero que amaba a su familia.

Y aunque su madre asintió, Mirabel no estaba satisfecha. Aunque nunca lo admitiría con nadie, Bruno era su mejor amigo. Encontró consuelo en él de una manera diferente a su padre o al Tío Félix. 

Su compañía era importante para ella y el apenas tenerla durante semanas la estaba volviendo loca. Se aseguraba de sentarse siempre a su lado en la cena. Era un hábito que adquirió inmediatamente después de que él comenzó a sentarse a la mesa con todos (los otros miembros de la familia señalaron cariñosamente su rápido apego por su viejo tío, para su tímido deleite y para su vergüenza). 

Él siempre sonreía cuando ella se unía a él en la mesa, pero durante estas semanas ni siquiera la miraba. Esta noche no fue diferente.

"Hola tío." Dijo en voz baja.

"Hola." Bruno giró un poco la cabeza hacia ella, pero nunca la miró a los ojos. Una excelente manera de saludarla sin tener que saludarla realmente. Frunció el ceño y miró a su madre, que frunció los labios y se encogió de hombros con simpatía. 

Mirabel se quedó mirando su plato durante toda la comida, al igual que su tío. Después de despejar su lugar en la mesa, agradeció a Julieta por la comida y se retiró a su dormitorio.

"Voy a ir a hablar con él." Mirabel le dijo a su madre mientras se le entregaba otro plato para secar.  Julieta suspiró, encorvando los hombros.

“Hace una semana te hubiera dicho que lo dejaras en paz, pero también me preocupo por él. Creo que hablaría contigo. Eres su morrita después de todo." Ella sonrió. Mirabel se sonrojó.

"Mamá, por favor."

“Ay, Mirabel, es tierno.” Su madre la besó en la mejilla y la palmeó gentilmente, por lo que Mirabel se dirigió a la puerta de Bruno.

...

Bruno estaba agradecido por los cambios que le hicieron a su habitación después de que Casita fue reconstruida. Las escaleras a su cueva de visión ya no estaban y ahora su dormitorio en realidad parecía un dormitorio. Tenía una cama y todo. 

Vaya, era genial, hasta que dejó de serlo. Ahora mismo no lo era. Su habitación había comenzado a sentirse como una prisión todas las noches. Extrañaba a su familia. Extrañaba más a Mirabel. Pero no se atrevería a enfrentarse a ninguno de ellos.

Acostado en su cama, miró hacia el techo de piedra oscura. “Los asombrosos Madrigal." Tal vez debería cambiar su apellido. Claro, tenía el don y todo, pero ¿eso realmente compensaba esto? No, no, definitivamente no. ¿De qué sirve ser especial cuando se guarda un secreto tan malo? Bruno gimió y se pasó la mano por la cara. Intentó no pensar en Mirabel. 

Sobre lo hermosa que se veía en la cena de esta noche. Su cabello se estaba poniendo más largo ahora, y había estado rebotando suavemente sobre sus lindos hombros, visibles gracias al vestido que llevaba puesto. 

Maldita seas, Isabela, por regalárselo. 

Recordó lo que le había dicho Isabela cuando le entregó el vestido a Mirabel: “Ningún hombre se te podrá resistir con esto." Lo decía en broma y Mirabel se rió, pero a Bruno no le pareció gracioso. Estos pensamientos pecaminosos que asolaban su mente lo hacían sentir como la peor escoria de la tierra.

Placer Culpable //Brumira//Where stories live. Discover now