Capítulo 10. Vanesa

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¿Revelar mi secreto o mantener el de Jesús? Esta pregunta seguía rondando por mi mente mientras estábamos sentados en la barbacoa a la que había acudido con toda la familia Carrillo. Mónica apenas me había mirado desde nuestro momento en el campo de minigolf, y eso me estaba matando. La ropa que había decidido ponerse también me estaba matando. Sus vaqueros ajustados y su camiseta de tirantes roja tenían mi cuerpo en alerta máxima, y tuve que preguntarme si lo había hecho a propósito.

Una parte de ella tenía que darse cuenta de que sus sentimientos no eran unilaterales, y yo tenía la idea de que estaba intentando volverme loca. Porque no, no podía ponerse una sudadera ancha y unos feos vaqueros piratas... bueno posiblemente también luciría tremendamente atractiva con esa ropa.

Joder, Mónica, vas a ser mi perdición.

No obstante, la idea de que en realidad estaba llevando pequeñas acciones para volverme loca se confirmó cuando la prima política de Mónica volvió a mencionar al tipo que era absolutamente perfecto para ella.

"Así que, Mónica, le he enseñado a Tomás, el dueño del taller, una foto tuya y está muy interesado. ¿Has reconsiderado tener una cita con él?" Noemí insistió.

"Todavía no estoy convencida de querer salir con alguien ahora mismo, pero lo tendré en cuenta. Parece la mejor opción ahora mismo. No se me ocurre nadie que sea mejor". Sabía lo que Mónica estaba haciendo, pero eso no hizo que sus palabras dolieran menos.

Por supuesto que había alguien mejor, yo soy mejor quise gritar.

Toda la noche estaba siendo demasiado intensa y sabía que tenía que salir de allí. Me giré hacia Jesús, pero hablé lo suficientemente alto para que los demás pudieran oírme. "Creo que tengo que volver a la casa. No me siento bien. Algo no me está sentando bien".

Antes de que Jesús pudiera responder, la señora Carrillo intervino. "Ay, pobre. ¿Otra vez enferma? Supongo que con toda esa vida de ciudad, tu estómago no ha aprendido a digerir una buena comida casera. Mónica, ya que tienes tu coche aquí, ¿te importa llevar a Vanesa? Yo guardaré en un tupper el resto de tu comida y la llevaré a casa una vez que salgamos de aquí".

La sorpresa en la cara de Mónica en respuesta a la petición de su madre coincidía exactamente con lo que yo sentía. "Creo que tiene más sentido que su novio la lleve a casa".

La señora Carrillo se rió como si Mónica acabara de contar un chiste divertido. "Oh, cariño, no podemos hacer eso. No habría nadie en casa para supervisarlos y mejor que no se queden solos".

Mónica resopló ante esta respuesta. "Con todo el debido respeto, mamá, viven juntos. Creo que pasan mucho tiempo solos y sin supervisión".

La mirada de la Sra. Carrillo bajó hacia el suelo, claramente aún se sentía angustiada por este hecho. "Bueno, son adultos y lamentablemente eso significa que no puedo controlar lo que hacen cuando no están aquí. Pero sí puedo controlar lo que hacen bajo mi techo, por lo que no puedo consentirlo".

"Tu madre tiene razón, Mónica. Es mejor que la lleves tú y tu hermano se quede aquí, los chicos aún no hemos terminado de hablar del último partido del mundial", dijo el Sr. Carrillo.

"Pensándolo bien, creo que puedo aguantar", sugerí, tratando de dar marcha atrás.

La señora Carrillo me hizo un gesto con la mano. "Por supuesto que no. No hay necesidad de sentarse aquí y sufrir. Quién sabe cuánto tiempo acabaremos quedándonos. Además, sé que a Mónica no le importa. ¿Verdad, Mónica?"

"Claro, mamá, sin problemas, será un placer", murmuró Mónica, antes de levantarse para irse. Ni siquiera se giró para asegurarse de que iba detrás de ella y ya estaba en el coche cuando la alcancé.

Cualquiera menos ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora