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Vimos los fuegos artificiales que tiraban en la ciudad por la ventana de mi habitación.

—Feliz año nuevo Minho— le dije acostándome a su lado y abrazándolo.

—Feliz año nuevo Minnie— enrolló sus piernas en las mías.

Él se fue a las cinco de la mañana de año nuevo con la promesa de vernos después, su número telefónico estaba grabado en mi celular y podía hablarle cuando quisiera.

Mamá regreso muy temprano, dos horas después de que Minho se fue, me trajo algunos regalos y aparté unos guantes para dárselos a Honnie.

Me refugié en mi cuarto más tarde y me metí a bañar con agua tibia.

—Voy a salir— le dije a mamá —quedé de verme con unos amigos en la plaza.

—Okey, pero ve con cuidado— me dijo desde la cocina.

Camine despacio, mirando como cada vez había menos adornos navideños por las calles.

Encontré a Minho sentado en una banca y corrí hasta su lado.

—Ya llegué ¿qué hacemos? — me senté a su lado y Minho me abrazó, después alzo mi bufanda cubriendo la mitad de mi cara hasta la nariz y bajo mi gorro hasta cubrir mis cejas, me hizo caminar detrás de él.

Estaba raro como si no quisiera que nos vieran juntos.

—¿Te avergüenzas de mí? — pregunte cuando nos detuvimos afuera del cine.

Él me miró sorprendido y negó —más bien me avergüenzo de mí, no quiero que la gente te juzgue mal por estar conmigo.

—Minho a mí eso no me importa.

—Pero a mí sí, no me repeles, vamos dentro.

Resoplé y asentí.

—Dame dos entradas para la sala cuatro.

Él joven detrás de la cámara registradora miró a Minho de arriba a abajo como si fuera escoria.

—¿Vas a pagar por ellas? — su pregunta me molesto.

Por supuesto a Minho también que gruño sacando su cartera —Claro que voy a pagar por ellas.

—Con el dinero sucio de tu padre.

—¡Tu infeliz! — Minho lo tomo por el cuello y me asuste, su rostro estaba furioso.

Y aquí venía el Minho malo que no me gustaba, él que gritaba y tenía poca paciencia, él que no temía alzar un puño contra alguien.

—Suéltame o llamaré a seguridad— amenazó el joven.

—Sólo dame mis entradas jodido hijo de puta.

—No, Minho suéltalo por favor, no vale la pena— le dije tomándolo de su chamarra.

—¡NO! — gritó asustando a los demás clientes —quiero que me de mis entradas.

—Por favor Honnie, vamos a otro lado.

A fuerzas lo soltó y asintió —¡Joder!

Nos fuimos rápidamente de ahí, yo aún podía escuchar a la gente cuchichear.

Que violento.

De tal padre tal astilla.

No tiene educación.

Me daban unas tremendas ganas de regresar y golpear a todas esas personas.

—Perdón, lo arruiné— dijo Minho después de caminar por las calles un rato. Más tranquilo.

—No fue tu culpa, ellos son tontos— dije y lo abracé por la espalda.

⎯⎯「 ㍿ 」  あ ꠩ mala vidaWhere stories live. Discover now