Parte 12: Hablar sin palabras

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Hermione despertó muy temprano esa mañana, el sol aún no salía en su totalidad, su corazón latía fuertemente y la ansiedad la inundaba, en su cabeza solo aparecía el plan que habían creado la noche anterior, lo repetía una y otra vez... necesitaba distraerse, sino se volvería loca, se levantó de la cama se puso rápidamente un abrigo y salió del cuarto tratando de hacer el menor ruido posible.

Los pasillos estaban fríos y silenciosos, para la castaña era extraño, en horas desiertas le parecía que el edificio cobraba vida, podía escuchar susurros entre sus paredes y ecos en los pasillos que parecían más susurros en el viento. Estaba tan inmersa en sus pensamientos que casi pasaba de largo, hacía un par de días que no iba a su lugar secreto y hoy necesitaba más que nunca un poco de calma para enfrentarse al día que le esperaba. 

Cruzó a la derecha en un corredor, después a la izquierda, subió por unas escaleras, volvió a cruzar y después más escaleras... hasta que por fin llegó, cuando abrió la puerta parecía que la estancia estaba vacía, dio unos pasos adelante para ver con detenimiento las flores que había plantado cuando de repente sintió la presencia de alguien más justo atrás suyo.

Volteó con calma y se encontró de frente con uno de los fantasmas que solían custodiar la terraza.

- Princesa leona, hace mucho no tenemos el honor de verla en nuestra torre - comentó uno de los tres fantasmas que se encontraban en el lugar. Su aspecto a primera vista era macabro, tenia una herida profunda desde la frente hasta la barbilla y un trozo de su fantasmagórica piel quedaba colgando de un hilo, sin embargo Hermione había visto cosas peores, era casi imposible salir sin traumas de los encuentros con la muerte. 

- Sabes Sebastian, pensé que tal vez debía regar mis plantas - la chica fue hasta una pila tomó entres sus manos un pequeño balde, lo lleno de agua y vertiendo con cuidado su contenido regó las flores que había llevado, las gardenias eran sus favoritas su olor era exquisito y su forma grácil hacía que Hermione se emocionara con tan solo verlas. 

- Pequeña niña ¿Aún crees que las flores pueden soportar el frío gélido de la ausencia y el olvido que hay en esta terraza? - preguntó otro de los fantasmas, este era el más amigable con Hermione y a la chica le parecía que el carecer de un ojo, le daba cierto encanto. 

- Vamos Demian, tú y tu tan característico pesimismo poético deberían alegrarse de que hay por lo menos una gota de color en un espacio tan sombrío - contestó sarcásticamente la chica.

- Princesa, ya no es tan sombrío como lo era antes de tu llegada, nos has traído cartas de póker, un par de asientos, limpiaste la fuente y la llenaste de agua, has quitado un porcentaje bastante considerable de moho y suciedad de las paredes y pisos, hasta le enseñaste al sin lengua a comunicarse a través de señas... nos has quitado gran parte de nuestra tan anhelada monstruosidad - contestó el fantasma con un muy actuado gesto de preocupación. 

Hermione soltó una pequeña sonrisa de regocijo y caminando hacía el muro se acordó de la primera vez que había llegado hasta ese lugar. Como era usual había tenido una fuerte discusión con Ron, fue cuando se enteró por parte de otras chicas que él y Lavender ya eran novios, corrió lejos de su torre y casi por designios del destino llegó hasta ese lugar, abriendo la puerta se encontró con una gran terraza abandonada, pero lo que la hizo quedarse fue la vista del lago y el sol poniéndose atrás de él, los colores eran tan rojizos y el paisaje tan perfecto que le parecía un lienzo pintado por el mismo Monet.

Se acercó al pequeño balcón y miró el amanecer, esto le trajo una oleada de paz y tranquilidad, respirando profundo se dispuso a marcharse, se despidió de Demian, Sebastian, le hizo un gesto con las manos a Pitt y antes de tocar el pomo de la puerta esta se abrió.

Hilo rojoWhere stories live. Discover now