Un viaje para dos

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Durante un momento se quedó muy quieto, tratando de escuchar...

Miró inquieto la almohada y se preguntó si podría haber imaginado la noche anterior.

Luego oyó inconfundibles sonidos de movimientos afuera y se relajó.
Claro, se preparaba para su viaje.

Después de todo, lo había oído hablar con el organizador, acordando que estaría en Tokio al mediodía.
Y también el tendría que darse prisa. Tenía pendientes unas vacaciones, y Tadokoro podría mantener el laboratorio funcionando unos días. Quizá así no recordara sus problemas.

Se puso algo de ropa y salió. Se detuvo, mirando a su alrededor, sintiéndose extrañamente tímido.

Pudo ver la maleta en el piso. La puerta de su estudio se veía entreabierta.

Souichi avanzó en silencio y se asomó. Morinaga se hallaba ante su escritorio y guardaba unas carpetas en el maletín, alzó la vista.

-¿Te desperté? Lo siento. Quería dejarte dormir -dijo con voz casi impersonal. No era el recibimiento que había esperado.

-Bueno, yo tengo otros planes -miró su reloj- ¿Cuánto tiempo puedes darme para avisarle a Tadokoro y guardar algunas cosas en una maleta?

-¿Para qué quieres hacer eso? -preguntó tras una pausa y cerrar el maletín.

-Porque voy a ir contigo a la convención

- estudió su rostro en busca de alguna señal de satisfacción por su parte- ¿Tienes algún problema con eso? ¿No te gusta la idea?

-Me encanta - Respondió con tono seco- Pero quizas realmente no quieres hacerlo -esbozó una ligera sonrisa- No hay cosas que sean interesantes para ti

-Si no te conociera mejor, diría que quieres evitarme - dijo despacio.

-No es eso. No podría alejarte de tu trabajo ¿Puedes permitirte dejar desatendidos tus experimentos?, te aburrirías mortalmente. Aparte de las conferencias y seminarios, me pidieron que dirija un par de talleres para aspirantes a escritores. Los dos sabemos que no te entusiasman demasiado.

-¿Sigues resentido por que no quería que dejaras tu trabajo en la farmacéutica.

-Habría apreciado un poco más de fe.

-Pero creía en ti -protestó

-Pero no en mi habilidad para decidir -sonó irónico- Habrías preferido que me mantuviera en Hamamatsu, deprimido por la distancia, en un trabajo que me exigía asta enfermarme.

-Eso es completamente falso -hizo una mueca a la defensiva- Nunca quise eso -se apresuró a decir- pero era lo mas sensato.

-Y yo nunca he sido sensato, me dejo llevar por mis emociones, algo que tu eres incapaz de hacer .

-¿Y es por eso... por lo que no quieres que vaya contigo a Tokio? - preguntó con incredulidad.

-No. Pensé que habíamos acordado que ambos necesitábamos un poco de espacio.

-En ese caso, puedo preguntarte a qué vino todo lo de anoche.

-Pensé que era sexo. Satisfacer una necesidad mutua. ¿O se trata de una pregunta con trampa?

¿Eso pensaba?, ¿Sólo había significado eso para él? El dolor se retorció como un cuchillo en sus entrañas. 

-Bas... bastardo -le tembló la voz- ¿Cómo te atreves a tratarme de esa manera? Como si fuera una especie de… como si me hubiera ofrecido.

-Porque pensé que lo estabas haciendo. La ropa... El que te empezaras a desnudar así parecían transmitir señales inconfundibles -hizo una mueca al observarlo- Espero no haberlas leído mal. No quiero escuchar que te obligué ha hacerlo cuándo tu no querías.

Otra personaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora