Conociendo a Inuyasha

2.6K 97 9
                                    

Disclaimer: los personajes y la historia no me pertenecen. Los personajes son de Rumiko Takahashi, excepto Yoshiyuki Terada, que es de Cardcaptor Sakura, y la historia es de TouchofPixieDust, yo sólo traduzco.

-x-

—La TRAERÁS a casa antes de medianoche —dijo Inuyasha con voz severa.

—Eh... claro —dijo, poniendo los ojos ligeramente en blanco.

Un movimiento bastante estúpido. Inuyasha tuvo al chico contra la pared, con sus pies balanceándose a cinco centímetros del suelo entre latido y latido. Kagome podría haberlo detenido, pero se estaba divirtiendo demasiado. Además, si fuera lo suficientemente fuerte como para hacerlo, ella también lo habría hecho. ¿Sería demasiado por su parte echarle un poco de leña al fuego? Nah. Solo sería cruel. Aunque le tentaba... mucho. La última vez que había aparecido una cita, el pobre chaval se lo había hecho encima.

—Déjame. Repetirlo.

—Sí, señor. A medianoche. No hay problema. —La repetición resultó innecesaria.

Sus pies volvieron a tocar el suelo lentamente. Ahora parecía estar claramente nervioso. Sus ojos se lanzaron hacia las escaleras. Luego, hacia la puerta. Era completamente posible que estuviera planeando escaparse. ¿Cómo se llamaba? ¿Ryo? ¿O ese había sido el último chico? ¿Yuki, a lo mejor?

—Quiero tu nombre. Nombre completo, nada de esa mierda de apodos. Tu número de carnet de conducir. Tu número de teléfono. Y dos referencias.

—¿Qué?

—AHORA.

Inuyasha le lanzó un trozo de papel y un bolígrafo a... aparentemente, Yoshiyuki Terada. La letra era un poco temblorosa pero legible. El chico pareció completamente nervioso cuando Inuyasha empezó a olerle para memorizar su aroma. Lo de escribir los números había sido idea de Kagome. Aunque si pasaba algo no los necesitarían, pero por lo menos le hacía PENSAR al chico que los usarían. En realidad, la nariz de Inuyasha los guiaría hasta él en un santiamén, pero ya era bastante difícil de explicar la peculiaridad del medio demonio sin hablarle a la gente de su agudo sentido del olfato.

—Sabré si la has tocado en donde no deberías —gruñó Inuyasha—. Y si descubro que le has puesto una mano en un sitio inapropiado, iré a por ti. Sabes lo que significa destripar, ¿no?

El hombre tragó con dificultad. Parece sí lo sabía.

Yoshiyuki tenía a su favor que no había salido corriendo gritando a la noche, como el primer chico que había venido. Incluso había conseguido esbozar una tensa sonrisa cuando por fin llegó el sonido de pasos de las escaleras. Llevaba su vestido más bonito y su pelo estaba recogido detrás de su oreja. De verdad que estaba preciosa. Kagome estaba contenta de que tuviera citas... en serio, pero aun así le daba un poco de miedo. El mundo no era un lugar amable y gentil, y muchas cosas inocentes resultaban ser malvadas. Estaba viajando a donde no podrían protegerla... a menos que la siguieran y la observaran desde las sombras (... no es que lo hubieran hecho... demasiadas veces desde que empezara a salir con chicos).

—Yoshi —le saludó con una sonrisa. ¿Quizás con un matiz de sorpresa en su voz? Seguramente no habían espantado a tantos posibles pretendientes como para que ahora estuviera sorprendida de ver a uno—. Me alegro mucho de verte. ¿Estás listo para irnos?

La respuesta, por supuesto, era no, pero lo que dijo en realidad fue:

—Claro.

Inclinándose para besar a Kagome en la cabeza y luego levantando la cabeza para darle un beso a Inuyasha en la mejilla, se giró para irse.

—¡Ten cuidado, mamá! —llamó Kagome. A lo mejor deberían ponerse los zapatos y seguirlos, después de todo.

Su madre sonrió amablemente, luego cerró firmemente la puerta detrás de ella. Inuyasha se puso en cuclillas y miró fijamente la puerta de un modo amenazador. Kagome se sentó a su lado. Desde que se habían casado, Inuyasha se había vuelto un maniático en cuanto a la protección de su nueva familia. No había sido tan malo hasta que mamá empezó a tener citas. Cada una de sus citas tenía que conocer primero a Inuyasha. En realidad, el abuelo había insistido en ello. De hecho, podía oír su risa ligeramente maníaca desde la cocina. Kagome tendría lástima de su hija si alguna vez tenía una. ¿Y habían pensado que Miroku era sobreprotector con su niña? ¡Ja! Era probable que su hija no tuviera citas hasta que estuviera en la treintena, por lo menos.

Hablando de eso... era hora.

Aún no se lo había dicho a nadie. Apenas podía hacerse a la idea ella misma. Era un tema un poco aterrador. Claro que estaba emocionada. Pero... bueno... ¿Cómo reaccionaría Inuyasha? No parecía gustarle estar cerca de las dos hijas de Miroku y Sango. Las protegía, por supuesto, pero casi parecía que le daban miedo. Que le daba miedo hacerles daño, probablemente. Y aún tenía demasiadas preocupaciones sobre su herencia, ¿esto también le preocuparía? Estaba segura de que no la abandonaría, ¿sería esta una carga más? ¿Una preocupación más? Y sabía que ELLA no estaba preparada. Estaba asustada. Y no quería hacerlo mal.

—Dímelo ya —dijo Inuyasha amablemente. Su mano yacía suavemente sobre la suya.

Kagome suspiró.

—Vamos al salón.

Con una última mirada a la puerta, Inuyasha se levantó y ayudó a Kagome a ponerse en pie.

—Siéntate —dijo. Luego se arrepintió cuando él se estampó contra el suelo. Kagome estremeció—. ¡Lo siento mucho! ¡No era mi intención! Quise decir si... eh, que tomaras asiento en el sofá. Lo siento mucho, mucho, mucho, much...

—Sí, sí.

Tuvieron la oportunidad de deshacerse del maldito collar, pero Inuyasha la sorprendió negándose a que le quitaran el hechizo. Era un seguro, había dicho. Para su protección. Sin quejarse, se levantó y se sentó en el sofá.

Inuyasha.

Fuerte. Valiente. Se enfrentaba a demonios. Monstruos. A los muertos vivientes. ¿Cuántas veces había luchado con su estómago rajado, o teniendo una espada clavada en algún lugar? Duro como el acero, Inuyasha...

... se desmayó con dos palabras.

—Estoy embarazada.

-x-

Nota de la autora: Este primer capítulo iba a ser originalmente una historia corta. Pero después empecé a pensar... y finalmente decidí ajustarlo un poquito y hacerlo el principio de la secuela de El bebé de Kagome, una de las primeras series de fanfiction que escribí. No es necesario leer esa historia para entender esta... espero. Aunque es completamente posible que haga referencias a cosas que han pasado.

Con suerte, no tendré demasiaaaaadas discrepancias entre las dos historias, pero no lo aseguro.

Como siempre, aprecio vuestros reviews y críticas constructivas.

El bebé de InuyashaWhere stories live. Discover now